El biógrafo perfecto

A WOLFGANG Hildesheimer (1916-1991) se le reconoce como autor de la biografía de Mozart que revolucionó la imagen del compositor. Que además fuera uno de los escritores más innovadores de la posguerra alemana y un satírico genial es algo que, desgraciadamente, a pesar de las insistentes reivindicaciones de W. G. Sebald, ha caído en el olvido (en España se tradujeron, a finales de los años sesenta, sus mordaces relatos El fin del mundo. Narraciones sin amor, y, en 1990, una sofisticada novela de falsificadores, Las aves del paraíso también son falsas). Como muchos escritores de vocación tardía -en este caso retrasada, ya que para el hijo de una familia judía la emigración y la guerra postergaron el inicio de su carrera- desplegó a partir de los años cincuenta una obra extraordinariamente fértil y diversificada (teatro, narrativa, ensayo) paralelamente a su labor como artista plástico.

Hildesheimer fue un experto del collage, predilección que en su prosa se traduce en la construcción de lúcidos artificios de citas, alusiones y cuestionamientos de contexto. De ahí que no fuera en la construcción de fábulas, sino en la biografía donde encontrara el germen ideal para su visión escéptica. Un primer relato biográfico se encuentra en las Narraciones sin amor y ensalza los méritos de Gottlieb Theodor Pilz por haber disuadido, en la época romántica, a más de un contemporáneo suyo de la creación de obras literarias. Mientras Hildesheimer en Mozart todavía se proclamaba limitado por el material documental, con Marbot. Una biografía logra la "biografía perfecta", inventándose el personaje principal, un aristócrata inglés de principios del XIX. Asimismo queda por descubrir la obra maestra de Hildesheimer, la novela monólogo Tynset que se mueve en un registro grave: durante una noche de insomnio, un hombre marcado por la melancolía, y por la estrella de David, se debate con los fantasmas del pasado.