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El agrio debate entre dos socialistas encona las presidenciales portuguesas

La disputa entre Soares y Alegre beneficia al conservador Cavaco Silva

Mário Soares, de 81 años, y Manuel Alegre, de 69, vivieron el miércoles por la noche quizá el momento más amargo de la amistad que mantienen desde hace más de tres décadas. Los dos candidatos socialistas a las elecciones presidenciales portuguesas del 22 de enero mantuvieron un debate tan agrio ante las cámaras de televisión que hasta Aníbal Cavaco Silva, el candidato de centro-derecha y mayor beneficiado de esta división fratricida, se mostró ayer "sorprendido" por la "dureza y acritud" de la disputa.

Ya dijo Churchill que los compañeros de partido siempre son enemigos y que los de los otros partidos sólo son adversarios. El ex jefe del Estado Soares cuenta con el apoyo oficial del partido, en tanto que el diputado y poeta Alegre tiene la oposición frontal del aparato. Ambos son viejos camaradas, cofundadores del Partido Socialista y compañeros de luchas antifascistas, pero viéndoles lanzarse chanzas, reproches y acusaciones en el debate televisado parecían más bien enemigos encarnizados. El debate electoral fue de largo el más visto de los cinco celebrados hasta la fecha: tuvo un 42% de audiencia y a casi 1,8 millones de portugueses ante el televisor, lo que supera incluso a las imbatibles telenovelas Nadie como tú y Te lo di casi todo.

Según el sondeo publicado ayer, el candidato independiente se impuso al oficial por un estrecho margen (20,7% de opiniones favorables al candidato-poeta, 19,3% al ex presidente de la República, y el resto no lo vio o no supo o no quiso contestar), lo que probablemente ayudará a mantener el interés de estas presidenciales que tienen a Cavaco como favorito indiscutible, con más del 50% de las intenciones de voto.

Falta de ética

Nada más empezar el debate, y tras el protocolario apretón de manos, el candidato oficial del partido acusó al independiente de confusión -"es socialista, pero se presenta como independiente", dijo Soares- y de falta de ética por no haber renunciado a su acta de diputado y a su cargo de vicepresidente de la Asamblea.

Alegre respondió diciendo que la Constitución consagra su derecho a presentarse como independiente y agregó que Soares, al optar a las presidenciales por tercera vez, no respeta el "saludable" principio republicano de renovación política. Soares entendió que Alegre le estaba llamando viejo y sugirió que tampoco Alegre está en la flor de la juventud ("va a cumplir 70 jubilosos años"), a lo que añadió la acusación de inexperiencia ("fue brevemente secretario de Estado en un Gobierno mío, y aunque le ofrecí más cargos nunca los quiso"). Alegre rebatió ese criterio argumentando que, según esa lógica, los cargos serían vitalicios. Soares intentó en todo momento dejar clara la idea de que su rival no está preparado para ser presidente, y horas antes del debate ironizó también con su condición de poeta: "Es muy simpático, tiene una gran cultura, una gran capacidad poética; es un poeta de renombre, pero representa a una candidatura que es un poco utópica, un poco poética".

Al final, los dos candidatos reclamaron el voto y la victoria. El combate verbal siguió incluso a la salida. Soares consideró que había ganado el debate y que ambos podrán seguir siendo amigos.

Dos trabajadores colocan un cartel electoral del socialista Mário Soares, el pasado martes en Lisboa.
Dos trabajadores colocan un cartel electoral del socialista Mário Soares, el pasado martes en Lisboa.REUTERS

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