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La colocación de una cánula en la tráquea evita la asfixia de los enfermos con cáncer de pulmón

En el cáncer de pulmón, la cirugía es el único tratamiento que ofrece posibilidades de curación. Si el tumor no se ha extendido fuera de la cavidad torácica todavía, o no ha invadido aún órganos vitales insustituibles como el corazón, los grandes vasos o la tráquea, la técnica quirúrgica es eficaz. Cuando se considera inoperable se recurre a la quimioterapia y a la radioterapia. Estas opciones terapéuticas, "aún siendo menos efectivas que la cirugía, suelen deparar agradables sorpresas, haciendo que tumores que parecían inabordables, se puedan operar e intentar su curación", explica Ángel Ginel Cañamaque, jefe del servicio de Cirugía Torácica del hospital Virgen del Rocío.

Cuando el cáncer de pulmón invade la tráquea y los grandes bronquios, causa dificultad para respirar (disnea) e incluso asfixia. Esta situación puede agravarse hasta imposibilitar la respiración del enfermo, con el consiguiente sufrimiento. Entonces sólo caben los cuidados paliativos. Con este objetivo, Ángel Ginel y su equipo vienen practicando desde hace seis años, la llamada broncoscopia intervencionista. Esta técnica permite colocar una cánula interna o stent en la zona obstruida para evitar que se vuelva a cerrar y permitir con ello la mejoría inmediata del enfermo y de su capacidad de respirar.

La técnica es consiste en introducir a través de la boca, bajo anestesia general, un tubo de acero (broncoscopio) que permite llegar a la parte obstruida con el instrumental quirúrgico necesario para eliminar el tejido canceroso que daña el conducto respiratorio y colocar el stent. La mejoría es casi instantánea: el paciente empieza a respirar con normalidad y puede levantarse. "Algunos enfermos, que prácticamente ya no se movían de la cama y vivían conectados a una botella de oxígeno, se pasean esa misma tarde por el pasillo y al día siguiente se van a su casa", explica Ginel. El cirujano sevillano ha operado con esta técnica a más de 200 pacientes.

Esta intervención quirúrgica no tienen más complicaciones que aquellas que se derivan del estado deteriorado del enfermo. "Pero conseguir que un individuo, imposibilitado en la cama, sin poder respirar ni una gota de aire por su cuenta, se levante, es ya importante. Creo que merece que corramos riesgos", insiste Ginel. El stent ayuda a vivir mucho mejor, aunque no más tiempo. La supervivencia de estos pacientes está establecida en 14 meses de media. "No es mucho, pero todos dicen que es como si empezaran a vivir de nuevo", concluye el cirujano del Virgen del Rocío.

El perfil del enfermo de cáncer de pulmón no operable es un varón fumador de 67 años. El abordaje para colocar el stent data de 1902, aunque se empezó a popularizar hace unos 10 años. Hoy, la broncoscopia intervencionista para paliar obstrucciones respiratorias se realiza, prácticamente, en todos los hospitales importantes.

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