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APUNTES

El germen astronómico de Ignacio Tarazona

El catedrático impulsó la observación en 1907 e instaló el primer telescopio, que aún funciona

La creación del Observatorio Astronómico de la Universitat de València se debe al empeño de Ignacio Tarazona y Blanch (Sedaví, Valencia, 1859-1924), catedrático de Cosmografía Física del Globo de las universidades de Barcelona y Valencia. Tarazona, que ya había gestionado un Observatorio universitario en Barcelona, inició en 1907 los trámites de construcción del Observatorio valenciano en el edificio histórico ubicado en la calle de la Nave de Valencia para dar formación práctica a los estudiantes. Las cosas no le resultaron fáciles al profesor que "al sentarse en el venerable sillón de su cátedra, se encontró con el encerado, la tiza y con un solo y anticuado teodolito con el cual tenía que limitarse a medir un azimut o una distancia zenital", según se recoge en los Anales de la Universitat de València.

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Gracias a su prestigio e influencia y a emplear sus propios recursos económicos, Tarazona compró la instrumentación científica necesaria para completar un gabinete que dedicó fundamentalmente a la investigación en física solar. La adquisición más importante fue el telescopio Grubb, que todavía está activo para divulgación, un excelente aparato fabricado por una de las mejores casas de telescopios de la época.

"Tarazona fue un gran pedagogo, muy preocupado por la enseñanza. Insertó su Observatorio en una red internacional y nacional de intercambio de observaciones de física solar y otras actividades, algo imprescindible para una institución de estas características", explica Víctor Navarro, catedrático de Historia de la Ciencia.

Ya fallecido Tarazona, se creó la Fundación Tarazona Blanch con la intención de preservar su legado y cumplir los deseos del astrónomo. Sus esfuerzos quedaron truncados por el incendio del edificio de la Nave en 1932. El telescopio y la cúpula -diseñada por el propio Tarazona y construida en cartón piedra, aunque la recubre actualmente una superficie metálica- se pudieron salvar y en 1945 se trasladaron al edificio de la avenida Blasco Ibáñez. El Observatorio cayó en el olvido hasta que en los años sesenta el profesor Álvaro López comenzó a utilizar el telescopio para sus clases.

En 2000, cuando se trasladó el rectorado a su actual sede -al principio de la avenida de Blasco Ibáñez, en un edificio que hasta entonces acogía la facultad de Farmacia- se restauraron la cúpula y el telescopio Grubb, así como los instrumentos, los libros, la documentación y el gabinete con el mobiliario original de Ignacio Tarazona que estaban en un lamentable estado. La biblioteca y el archivo histórico se cederán al Instituto de Estudios Documentales e Históricos sobre la Ciencia una vez se finalice la construcción de su nueva sede en la plaza de Cisneros.

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