Un respeto teléfilo
Se tardó medio siglo, pero por fin se empieza a hablar con respeto de teléfilos y hasta ya tienen su concurso en Cuatro (Soy el que más sabe de televisión del mundo). De la misma manera que hasta mediados del siglo pasado los cinéfilos no empezaron a tener sus guaridas, cinematecas, revistas, cahièrs, todo eso, y entonces la gran pantalla bifurcó su mirada única. El problema son dos. El cine, desde sus orígenes, fue universal y en cualquier rincón de provincias era posible ser "el que más sabe de cine del mundo". Pero el teléfilo, por definición, no puede ser el que más sabe de esto porque la tele no es un medio global y aquello de la TV Sin Fronteras fue la penúltima utopía. Sólo en un cuento de Borges podría existir un personaje así. Un teléfilo que desde su tresillo estuviera al día de todo lo que ocurre en todas las pantallas del globo. El segundo problema que plantea el concurso de Nico Abad con su entusiasmo friki y wiki, pero es lo mismo, es puramente local. Aquí todavía no han llegado la mayor parte de las joyas que en otros países son de obligatoria pasión teléfila. Ya nadie discute que las series son la gran exclusiva narrativa de esta pantalla y que no tienen nada que envidiar a los productos indie tipo Sundance y Gijón. Pero nuestros telecabinistas no se enteran.
Yo todavía no sé por qué capítulo y temporada vamos en materia de CSI (Las Vegas, claro) a pesar de que la emiten en Tele 5 y AXN y de que los telefilos ya hemos bajado en Internet el doblete final de ese fan de Grisson que es Tarantino. Con A dos metros bajo tierra, Los Soprano y El ala Oeste, por sólo citar historia, no sólo nos obligan a practicar el coitus interruptus, sino que encima no dan explicaciones de sus programaciones estocásticas. En cuanto a lo que viene, ojo a Roma (Cuatro), Angels in América y L (Digital+) y a Perdidos (TVE) porque mucho me temo que pasen inadvertidas dado el maltrato que padecemos los teléfilos.
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