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Columna
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Yamamoto

Para 2006 se está cociendo la reelección de José María Cuevas en la presidencia de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). Veintiún años al frente de la asociación más poderosa de empresarios. Ha triunfado en seis convocatorias electorales y se dirige con una firmeza incuestionable hacia la séptima. Al jefe no se le tose. A los 72 años, Cuevas parece tener el camino expedito. No es cierto que nunca tuvo alternativa. En las primeras elecciones a la presidencia de CEOE, para sustituir a Carlos Ferrer Salat, el presidente de la Confederación Empresarial Independiente de Madrid, el veterano liberal José Antonio Segurado, intentó cortarle el paso en el relevo que había sido diseñado por su predecesor. Segurado desistió cuando comprobó su inferioridad de apoyos. Desde entonces no ha habido nadie que haya osado medir sus fuerzas con Cuevas. Ante la nueva convocatoria ha anunciado su pretensión de seguir para despejar cualquier otra pretensión de optar al cargo. Varias organizaciones sectoriales y territoriales han manifestado su adhesión al candidato, entre ellas Cierval, aun cuando se rumoreó que Rafael Ferrando podría haber tenido alguna tentación de sustituir a Cuevas al frente de la cúpula de patronos. Este temprano apoyo a Cuevas en la CEOE tras seis mandatos consecutivos suscitó algún revuelo por no haber sido comunicado previamente a los órganos rectores. Toda una vida activa, desde 1984, para el empresario palentino a la que hay añadir el tiempo en que fue secretario general también de CEOE y su etapa anterior en la vicesecretaría de ordenación económica del sindicato vertical, núcleo neurálgico del Movimiento Nacional, partido único en la época franquista. Para las elecciones de 2006 cabe la probabilidad de que Juan Rosell, presidente de la patronal catalana Fomento del Trabajo Nacional, le presente batalla con la pretensión de renovar y modernizar CEOE, organización de la que Fomento fue entidad fundadora junto con la Confederación Empresarial Valenciana, actualmente presidida por José V. González. El líder empresarial valenciano José María Simó Nogués, con poder indiscutible en los años ochenta, llamaba a Cuevas Yamamoto, por sus rasgos orientales y en relación con sus discrepancias en torno a las Cámaras de Comercio y al papel de los empresarios valencianos en el contexto de CEOE. Una de las animadversiones conocidas de Cuevas es la representatividad empresarial de las Cámaras de Comercio, y si no ha sido de su agrado la presidencia de Fernández Norniella en el Consejo Superior de Cámaras, todavía le suscita mayores recelos la etapa recién iniciada con Javier Gómez Navarro. Cabe plantearse si lo mejor que le puede ocurrir a CEOE es renovar el mandato de un presidente ejecutivo que completaría con esta designación los 25 años en el puesto. Juan Rosell lo tiene difícil y demostrará su temple, únicamente, con llegar a las elecciones como candidato en firme. Dicen que está dispuesto a llegar hasta el final y tampoco se entiende la alergia que sienten en CEOE a experimentar una confrontación con dos o más candidatos. ¿Y por qué no candidatas? Si es cierto que los estatutos están pensados para que no haya alternativas, parece el momento oportuno para testar su talante democrático. Si la prueba no es positiva, se impone un cambio. Otro más.

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