'Res, non verba'

De pequeño solía pasar por delante de una casa en cuyo portal había un rótulo que me llamaba la atención: Hogar del Productor. Imaginaba yo que allí viviría uno de esos señores que se dedicaban a producir aquellas películas que con tanta afición contemplábamos los chavales. Alguien me sacó del error al aclararme que aquel local estaba destinado al ocio de los asalariados y que la denominación de productor era una forma de darle una categoría puramente verbal a lo que tradicionalmente entendíamos como obrero. Pese a todo, aquellos productores eran gentes que seguían teniendo los mismos problemas económicos, laborales y sociales, independientemente del nombre que se les diera.

Nos ha salido ahora el señor Rodríguez Zapatero con una nueva inquietud basada, cómo no, en una cuestión de lenguaje políticamente correcto. El presidente del Gobierno propone un cambio sustancial de la Constitución: sustituir el término disminuido por el de discapacitado, por considerar que el primero es un adjetivo más bien denigrante. Consultado el diccionario, leo que disminuido significa persona mermada en sus facultades físicas o mentales, y define discapacitado como minusválido, o sea persona con alguna discapacidad para ciertas actividades. Ya me contarán dónde está la terrible diferencia y lo ofensivo en cualquiera de los dos casos, así como la necesidad de modificar el texto constitucional, cuando lo que conviene es que para todas esas personas que sufren esas anomalías el Gobierno sea capaz de aportar soluciones.