La Guardia Civil deja de buscar en Santander el lanzagranadas
Las fuerzas de seguridad abandonaron ayer la búsqueda de lanzagranadas de ETA en los alrededores del aeropuerto de Santander, tras rastrear en un radio de hasta tres kilómetros alrededor de la instalación. El martes pasado, una mujer alertó, en nombre de la banda terrorista, de que el aeródromo iba a ser atacado con granadas. Sin embargo, no hubo explosión alguna. Mientras, en el caso de los atentados de Madrid del Día de la Constitución, la policía sospecha que es obra de un comando, posiblemente una pareja, que se habría desplazado desde el País Vasco, probablemente desde Vizcaya, para colocar las bombas y huir.
Después de tener cerrado el aeródromo durante cuatro horas en el Día de la Constitución y de otras tantas horas de búsqueda en la mañana del miércoles, no se ha hallado nada. "No tiene sentido buscar más", dijo un portavoz de los Tedax. Según fuentes de la Delegación del Gobierno en Cantabria, se ha realizado una búsqueda exhaustiva en la terminal, en el aeropuerto y en los alrededores, hasta llegar a un perímetro de tres kilómetros a la redonda. Esto incluye un polígono industrial cercano y la marisma.
Como en Zaragoza
A pesar de que el tipo de granadas y lanzaderas que utiliza ETA tienen un alcance máximo de un kilómetro, la Guardia Civil decidió abrir el perímetro de la batida. Se hizo así debido a que en el atentado frustrado del 12 de octubre contra el aeropuerto de Zaragoza los terroristas colocaron el cañón a 3,5 kilómetros de su objetivo. La única granada que se disparó cayó a 2,1 kilómetros de la valla perimetral del aeropuerto.
Al margen de la búsqueda, la actividad en el aeropuerto de Santander ha sido "totalmente normal" en la jornada del miércoles, según explicó su director, Juan Mazarrasa. "No hay nada especial que destacar", dijo, desde las 15.30 del martes, cuando se recuperó el ritmo normal de trabajo. Los efectos de la amenaza se han limitado a "muy pocos vuelos" el martes, concretamente cuatro de Ryanair y Air Nostrum.
Los atentados de Madrid han permitido a los investigadores recoger vestigios de los artefactos. El explosivo está siendo analizado, pero los expertos están convencidos de que era cloratita y de que ninguno de los artefactos sobrepasaba los 300 gramos. Las bombas fueron traídas ya montadas por el comando que las colocó, siguiendo probablemente una ruta aleatoria y situándolas en puntos fácilmente identificables para alguien que no conozca Madrid. Este hecho y el que la llamada de aviso se hiciera desde el País Vasco abona la teoría del comando móvil.
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