Fascinación
Terminaba esta semana su carta blanca con la ONE el británico George Benjamin (Londres, 1960) y lo hacía en su doble condición de compositor y director. De la primera ya sabíamos, pero la segunda ha sido una sorpresa. Con una gestualidad muy comedida, Benjamin resultó ser un rector claro y preciso, sabedor de cómo llegar a la entraña de cada pieza. El programa elegido por él mismo para la sesión incluía una obra de Debussy -Nocturnos-, otra de Boulez -cummings ist der Dichter, con minúscula el apellido del poeta americano, pues así quería verlo escrito siempre- y dos del propio Benjamin -Sometime voices y Palimpsests-.
La ONE y Benjamin ofrecieron una estupenda versión de la nada fácil y tan hermosa obra de Debussy. El maestro inglés partió de un sentido analítico -claridad máxima, rítmica precisa- próximo a los planteamientos del Boulez director de orquesta pero también dejándose llevar por las emociones momentáneas que sugiere tal cúmulo de hermosura, de modo que todo fue creciendo con lógica pero también con alma.
Orquesta Nacional de España.
George Benjamin, director. BBC Singers. Obras de Debussy, Boulez y Benjamin. Auditorio Nacional. Madrid, 4 de diciembre.
E igualmente sorprendió la ONE con una prestación que sería la primera muestra del magnífico rendimiento que habría de ofrecer a todo lo largo de un concierto nada fácil para ella a lo largo del cual se pondría de manifiesto su entrega, la atención extraordinaria a su director y la bondad de su trabajo. Cummings ist der Dichter es una obra maestra y una de las piezas de Boulez que más pueden gustar a los no acostumbrados a la música contemporánea y su lenguaje, con esa verticalidad que se corresponde a la fragmentación -frases, palabras, sílabas y hasta paréntesis- de la propia expresión del poeta. Sensacionales -como en Sirenas, la tercera parte de los Nocturnos, donde demostraron cómo con sólo 16 voces se puede sonar con grandeza- los BBC Singers dieron una lección de clase, de fuerza y de virtuosismo vocal.
Las dos partituras de Benjamin son igualmente magistrales. Ahí está la emoción que destila Sometime voices -sobre un texto de La tempestad, de Shakespeare-, con el uso magistral de la voz del barítono solista. O el dominio pleno de las posibilidades del instrumentario elegido en Palimpsests, cuyo discurso fluye a través de los cambios dinámicos o del detallismo sonoro con que se tratan las maderas o la percusión, creando todo un entramado fascinante.
Y quizá esa -fascinación- sea la palabra que defina mejor este concierto que tuvo algo de histórico por presentar a uno de los grandes músicos de nuestro tiempo, por darnos la mejor imagen hoy posible de una Orquesta Nacional que lo vivió con una pasión absoluta -cómo aplaudía al final a su maestro- y por demostrar la receptividad de un público -muy buena entrada en el Auditorio- que supo premiar en cada momento, y a la conclusión sobre todo, la enorme calidad de lo que escuchaba. Empresas así dignifican el trabajo de una orquesta que parece encontrar su propio camino.
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