El embajador de Francia
En los conciertos que ha dirigido en España durante 2005, William Christie ha dedicado una especial atención al repertorio francés, desde Charpentier a Campra. Esta semana, en Pamplona y Madrid, le ha correspondido el turno a Rameau, en una versión semiescenificada de la comedia lírica Les paladins. En este campo el director americano instalado en el país vecino es prácticamente imbatible.
Christie permanece fiel en su dedicación a una época concreta de la historia de la música. No cae en la tentación, como muchos de sus colegas, de salirse del tiesto de su especialidad y deslizarse hacia otros periodos con los consiguientes riesgos. La seguridad que transmite es apabullante y con un simple guiño o indicación obtiene unos niveles artísticos excepcionales. No debería, en cualquier caso, bajar la guardia en los elementos añadidos a la orquesta que, al fin y al cabo, están también bajo su responsabilidad. En el caso de esta ópera de Rameau el reparto vocal, siendo aceptable, podría haber tenido un poco más de enjundia, y la puesta en escena, aun transmitiendo vida y movilidad, debería haber desprendido algo más de sustancia.
Les paladins
De Jean-Philippe Rameau. Versión semiescénica. Coro y orquesta Les Arts Florissants. Director: William Christie. Con Anders Dahlin, Katia Velletaz, Matthieu Lécroart, Danielle de Niese, João Fernandes y Emiliano González-Toro. Puesta en escena: José Montalvo y Dominique Hervieu. X Ciclo Complutense de conciertos. Auditorio Nacional. Madrid, 30 de noviembre.
La principal ventaja de las versiones semiescenificadas radica en la capacidad de sacar a la luz hasta sus últimas consecuencias el registro teatral de los cantantes, solos ante el peligro al prescindir de escenografías y otros elementos de apoyo estético. En esta ocasión se les adorna con pañuelitos de color, se congelan con frecuencia las composiciones plásticas y se enfatiza el movimiento de una manera casi infantil. Todo es muy decorativo, muy elemental, muy esteticista, pero con poco fuste.
Entre los cantantes destacó Danielle de Niese, entre otras razones porque además de ser un animal teatral, es un bellezón. Ya ocurrió también cuando hizo el personaje de Cleopatra, de Julio César, de Haendel, con Minkowski, en Valladolid. Canta suficientemente bien, desde luego, pero su atractivo es hechizante y obnubila el pensamiento. No estuvo nada mal João Fernandes y tampoco Matthieu de Lécroart. De todas maneras, las voces no estuvieron a la altura de los instrumentistas. El nivel orquestal es algo que ya se esperaba. Se les supone, como diría aquél. Y Christie revalidó su condición de embajador de la música francesa del XVII y XVIII. Y hasta la de rey. Pero, en fin, esto ya se sabía, aunque convenga recordarlo de vez en cuando.
Babelia
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