Un comité de ética español prohibió una operación similar porque podía causar problemas de identidad
Un médico español propuso en 2004 practicar un trasplante de cara. El médico, cirujano de la clínica Ruber, no tenía ningún caso en espera, pero quería un dictamen. El Comité de Ética del Colegio de Médicos de Madrid replicó en marzo de 2005 que el trasplante puede provocar problemas de identidad en el receptor y que si fracasa, la nueva cara no se puede eliminar.
El director de la unidad de Microcirugía Reconstructiva de la Clínica Ruber, Francisco Gómez Bravo, explicó ayer: "Pedimos permiso por si aparecía algún caso. La técnica del trasplante es compleja y laboriosa pero se puede hacer. Lo principal es superar los problemas éticos". En su petición, el médico afirmó que el trasplante de tejido del propio paciente tenía "considerables limitaciones especialmente en pacientes desfigurados tras sufrir grandes quemaduras faciales". El médico añadió que "los avances en la inmunosupresión permitirían evitar el rechazo" en un trasplante de un cadáver.
La Comisión Deontológica del Colegio de Médicos replicó el 4 de marzo de 2005 que "el trasplante de estructuras faciales de tejido procedente de cadáver puede constituir un gran avance para mejorar la calidad de vida de los pacientes desfigurados" pero añadió que todavía faltaba investigación en este campo.
El dictamen enumeró una serie de puntos débiles del trasplante. "No es esperable una mejora funcional completa", "el resultado estético es imprevisible, pero no es esperable un parecido al donante ni al receptor, lo que puede generar problemas psicológicos de identidad al receptor".
La comisión, formada por 24 médicos, recuerda que la persona trasplantada debe tomar inmunosupresores para evitar el rechazo.
Este tratamiento, según el informe, hace dudoso que el trasplante sea viable a medio y largo plazo. Y en caso de que el trasplante falle, "el receptor se encontraría en una situación peor que la de partida e incluso irreversible, ya que para realizar el trasplante se tuvieron que retirar todos los injertos anteriores. Pacientes que se encontraban en una situación de discapacidad, se pueden encontrar ahora en situación de riesgo vital".
El dictamen también afirma que "difícilmente se podría obtener un consentimiento informado válido de los receptores, si no se les puede informar de los riesgos y beneficios del procedimiento". El informe señala que la operación atraería a la prensa, lo que podría vulnerar la confidencialidad del paciente.
Por último, apunta que al obtener la cara de un cadáver se viola "la integridad corporal del fallecido" y recuerda que "existe la obligación de entregar el cuerpo perfectamente reconstruido y reconocible a la familia para el velatorio, una vez realizada la extracción". El Comité concluyó que, de hacerse, debía realizarse como un procedimiento experimental "sujeto a los condicionantes que exige la investigación en humanos".
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