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Supervisión del fiscal

La mayor diferencia entre las dos comisiones que analizan los casos de eutanasia en Holanda estriba en el destino final de los expedientes. Con los recién nacidos, el historial médico acaba siempre en el despacho del Fiscal General del Estado. Le acompaña, eso sí, un informe exhaustivo por parte de los expertos y una recomendación para el ministerio público. Cuando el enfermo ha pedido explícitamente la eutanasia, la comisión regional que analizará lo ocurrido (hay cinco en todo el país) alertará a la justicia únicamente en caso de duda. También en esta ocasión hay unas exigencias, similares a las estipuladas para los bebés, que deben ser atendidas. La principal se refiere a la voluntad de morir del paciente, que debe pedirlo de forma clara y repetida. Por otra parte, su enfermedad tiene que ser incurable y producirle sufrimientos insoportables. El médico está obligado a consultar con otro colega antes de tomar una decisión.

En el año 2004, fueron comunicadas 1.815 ayudas para morir. Hace tres años, aún sin legislación, hubo 2.123. Con todo, los expertos asumen que las cifras reales son mayores y esperan que las dos comisiones ayuden a los médicos a informar sin temor. La ley holandesa de eutanasia excluye de sus supuestos los padecimientos psicológicos y cuenta con el apoyo del 80% de la población.

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