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Reportaje:

Jordi Pujol, en primera línea

El ex presidente, dialécticamente en forma, cree que a pesar de la incertidumbre "hay margen" para que prospere el Estatut

Enric Company

En poco más de una hora, Jordi Pujol pasó ayer revista pública a la actualidad política con la misma capacidad que exhibía en las sesiones de control parlamentario en sus todavía no lejanos tiempos como presidente de la Generalitat. ¿Qué pasará con el Estatut? "Hay margen para el acuerdo". ¿A qué viene esa explosión de rabia juvenil que ha habido en Francia? "Ha fallado el ascensor social". ¿Puede pasar aquí algo parecido? "En Cataluña se da más mezcla que en Francia entre gentes de orígenes dispares, aunque hay que vigilar que no se rompa la cohesión social".

Así es como se mantiene en forma el ex presidente, a los dos años de haber dejado el cargo y la primera línea de fuego en el combate político: dando conferencias y respondiendo preguntas en los coloquios. Ayer encandiló durante más de una hora a los 300 asistentes a una comida-foro del Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos. Como siempre, no dio puntada sin hilo, y dejó clara su posición sobre la reforma de la enseñanza, las deslocalizaciones empresariales, el boom inmobiliario, las nuevas tecnologías. Y, cómo no, sobre la negociación del Estatut.

Se le pedía un vaticinio cerrado, un o un no a la pregunta del millón ¿Habrá o no habrá nuevo Estatuto? No quiso ser taxativo. Las expectativas no son buenas, sino más bien preocupantes, dijo. Dentro de un par de meses, en enero o febrero, explicó, "habrá que decidir si la reforma va adelante o no". La situación actual no permite hacer augurios, "pero hay margen".

Lo que de todas formas ocupó más su atención fue el debate sobre las consecuencias de la ola migratoria. Sostuvo que Cataluña necesita la inmigración, ahora como durante los últimos 150 años, "porque ha sabido crear más riqueza de la que le correspondía por su población". Esto ha actuado como un gran imán y lo cierto es que el país ha sabido integrar una tras otra las sucesivas oleadas, afirmó. En estos momento, sostuvo, España no regula bien la inmigración "y eso recae sobre Cataluña, porque lo cierto es que la gente sólo emigra a países de éxito".

¿Cómo se mide que un país sea exitoso? Viendo si en él se puede mejorar, ascender en la escala social. Dando opciones a todos sin que el lugar o la cultura de origen sean un obstáculo insalvable. "En Cataluña los principales empresarios tienen nombres como Lao o Lara, por ejemplo, porque seguimos siendo una tierra de oportunidades", se ufanó.

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