_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Corruptos

Usted sabe quiénes son, probablemente. Y yo también. Y casi todos lo sospechamos. Convicción general. Pero silencio, claro, silencio. Ningún listado, ningún recuento, ninguna biografía. No vaya a ser que vengan esos bufetes de sabuesos a por uno. Intimidadores y baldíos. Mas volvamos al grano, no olvidemos lo que importa: que conocemos cargos, nombres y apellidos. De determinados cacos. Bueno, cacos no exactamente, no seamos tan rotundos, que luego se indignan y todo. Que no se rasguen las vestiduras. Comisionistas ilegales es más digerible. O incluso ni eso: receptores de mucho dinero que llega, en especie o en metálico, disfrazado de suerte. Porque es gente afortunada. Y me acuerdo ahora de aquel dirigente franquista que sonreía tanto. Se decía que era socio de otro gran demagogo del régimen y que los dos tenían a un empresario catalán (¿criptonacionalista?) como tapadera de sus patrimonios. Porque la suerte les favorecía. ¡Siempre acertaban cuando invertían! Lo hacían justo unos meses antes de que se recalificaran terrenos. Para que las casas pudieran subir más alto. Hacia el cielo, hacia la luna, hacia Dios Nuestro Señor. Porque aquellos usurpadores solían ser beatos. O lo simulaban.

Estos ilustres descuideros de la zona acaso no sean tan piadosos, pero da lo mismo. Y se dedican a lo que se dedican, en buena medida, para robar. Pero claro, robar según el código penal exige una serie de requisitos que ellos no cumplen en sus fechorías de guante blanco. Ellos no incurrieron en escalamiento, no fueron de noche a asaltar viviendas, no hicieron fuerza en las cosas. Ellos se lucran ilegítimamente de otra manera: reciben favores, algo que parece tan inocuo, tan de la ley, tan civil, tan natural, tan municipal, tan provincial. Ellos y otros, que no sabemos, pero que hacen lo mismo. Ellos y los otros, que se han hecho millonarios de ese modo que usted sabe. Y que luego, ellos, van de grandes hombres que han trabajado tanto por el pueblo, por la tierra, por la gente. Por su cara... les conoceréis (conocéis).

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_