Camino a Houston
Pasados catorce partidos, que sin ser muchos son suficientes, todos los indicios apuntan hacia que Pau Gasol se enfrenta hasta el momento con buena nota a la quinta temporada de su aventura americana. Varias circunstancias señalan hacia esta premisa. La construcción de su equipo, si bien todavía inacabada, muestra ya un edificio sólido y solvente. Con el mítico Jerry West al mando de las operaciones, los Grizzlies han ido puliendo su plantilla, eliminando poco a poco elementos desestabilizadores, apostando por la continuidad de jugadores sobre los que se puede asentar una idea de equipo y buscando en el mercado complementos interesantes. Todavía no es un equipo redondo y siguen con una asignatura pendiente en el puesto de pívot poderoso en kilos, pero poco a poco, sin prisa pero sin pausa, estamos asistiendo a un ininterrumpido crecimiento colectivo desde que Pau aterrizó en Memphis. Otro aspecto a considerar radica en la jerarquía dentro del equipo, que al fin parece esclarecida. Este orden supone un salto cualitativo con respecto a anteriores temporadas, donde o bien la anarquía y el egoísmo de ciertos jugadores o las teorías rotatorias de Hubbie Brown convirtieron a los Grizzlies en una amalgama donde se confundían jefes y soldados. Está muy bien eso de sumar esfuerzos de mucha gente en cada partido, pero siempre que no se pierda de vista quién es quién y el papel que cada uno debe y sobre todo puede representar.
Con un equipo coherente y su definitivo asentamiento como el vértice indiscutible del equipo, Pau Gasol cuenta a su alrededor con las herramientas necesarias y la consideración suficiente de entrenador y compañeros para asaltar un objetivo que tiene entre ceja y ceja desde que llegó a la NBA hace ya cuatro años: ser elegido All Star. Para ello necesita una doble cobertura. Por un lado actuaciones contundentes como la de la madrugada del sábado ante Dallas, sólo al alcance de unos pocos. Por otro, lograr que su equipo, a través de un buen porcentaje de victorias llame la atención y otorgue a sus actuaciones individuales el inapreciable valor de servir para el éxito colectivo. No es una ciencia exacta esto de ser elegido All Star, sobre todo en lo que se refiere a las elecciones de la segunda unidad, la que sigue a las megaestrellas elegidas en el quinteto inicial. Gasol parte con una doble desventaja por ser extranjero nacido en un país sin excesivo empuje en cuanto a posibles votantes y por jugar en un mercado de poca influencia como es Memphis. Por eso Gasol sólo podrá poner en la balanza su juego y las victorias de su equipo. Más fresco que nunca después de un verano reparador, con el equipo enchufado y elevado a los altares del liderazgo incuestionable, Pau apunta hacia Houston -sede del All Star- con fuerza. Observando la competencia que tiene y el menor apoyo mediático y social con el que va a contar con respecto a sus competidores, la va a necesitar en grandes dosis.
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