La maldición del central izquierdo
No hay un puesto tan peligroso en el Madrid como el de central izquierdo. Lo dice la estadística, que recuerda que desde la retirada de Manolo Sanchís, en la temporada 2000-2001, han pasado por el puesto, sin asentarse, Iván Campo, Aitor Karanka, el argentino Samuél y, ahora, Sergio Ramos. Lo insinúan los veteranos del Madrid, escamados con una posición que obliga a trabajar el doble, atendiendo los problemas propios del puesto y los de cubrir las frecuentes subidas del lateral izquierdo del equipo, Roberto Carlos, un defensa con ambiciones de extremo. Y lo dicen los números: la expulsión de Sergio Ramos ante la Real Sociedad es la quinta de un central izquierdo del Madrid sólo en las dos últimas temporadas.
Cuando Sergio Ramos fichó por el equipo entrenado por Vanderlei Luxemburgo, el verano pasado, presentaba un expediente inmaculado: en 38 partidos de primera división con el Sevilla, nunca le habían expulsado y los árbitros sólo le habían mostrado seis tarjetas amarillas. Claro, todavía no era el central izquierdo del Madrid. En menos de 20 partidos defendiendo la zamarra madridista, Ramos ha sido expulsado tres veces: ayer frente a la Real Sociedad (2-2), ante el Espanyol en Montjuic (1-0) y en Copa de Europa, jugando contra el Olympiakos en el Bernabéu (2-1). Además, ya ha recibido dos tarjetas amarillas. Es el precio de su puesto. Y de eso sabe bastante Walter Samuel. El central argentino, un hombre con fama de defensa feroz, el muro, como le llamaban en Italia, llegó al Madrid con la misión de sujetar a un equipo que se descosía por el costado izquierdo de su defensa. Fracasó. Se ganó fama de central lento y violento. Sólo le expulsaron dos veces en Liga. Pero él también sucumbió a la maldición del central izquierdo del Madrid: los árbitros le castigaron con 14 amarillas en 30 partidos de Liga.
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