Huérfanos por el sida en el 'triángulo de oro'
La frontera china con Myanmar, puerta de entrada de las drogas ilegales en el país, soporta la mayor epidemia del síndrome
Jin Zi La Bu tiene cuatro años y es el niño que mira a la cámara en la foto que ilustra este reportaje. Vive en Lianghsan Li, en China, cerca de la frontera con Myanmar. Su padre, heroinómano, murió a causa del sida. El niño es uno de los huérfanos que ha dejado la enfermedad en la región de
Yunnan, paraíso de mochileros, tierra de lagos y glaciares, hogar de 26 de las 55 minorías étnicas con que cuenta China. Es también una de las provincias con más casos de sida del país. Desde que en 1989 fue detectada en la región la primera infección de VIH por uso inyectable de drogas, la epidemia no ha dejado de crecer.
Yunnan (43 millones de habitantes) hace frontera con el llamado Triángulo de Oro (la zona de producción y tráfico de estupefacientes formada por Myanmar, Laos y Tailandia), y es una región pobre, montañosa y mal comunicada, lo que dificulta la puesta en marcha de programas de prevención y control del virus. El 80% del tráfico ilegal de drogas en China pasa por su territorio. El resultado es que, según las autoridades, existen más de 44.000 drogodependientes en la provincia, de los cuales el 42% utiliza jeringuillas en el consumo. Entre estos últimos, la tasa de infección es muy alta: en muchas ciudades supera el 50%, y en algunas llega al 80%. Heroína es la droga utilizada por el 90% de los usuarios.
China estima que tiene 840.000 seropositivos -un número que Pekín no ha modificado desde hace más de dos años-, de los cuales 80.000 han desarrollado la enfermedad. El sida afecta a las 31 provincias, regiones autónomas y municipalidades; especialmente a Xinjiang, Yunnan, Guanxi, Henan, Guangdong y Sichuan.
Pero activistas y organizaciones internacionales consideran que la cifra de infectados es mucho mayor. Aseguran que sólo en Henan, donde muchos campesinos resultaron contagiados por la venta de sangre en los años 90, hay más de un millón. La ONU ha advertido que si no se intensifica la lucha contra la enfermedad, para el año 2010 China podría tener entre 10 y 20 millones de seropositivos.
El 43,9% de las contagios se han debido al uso de drogas, el 24,1% a la venta de sangre, el 19,8% a prácticas heterosexuales, el 11,1% a prácticas sexuales entre hombres, el 0,6% al uso de productos sanguíneos contaminados y el 0,5% a transmisión madre a hijo, según un informe conjunto elaborado por el Gobierno y Naciones Unidas en 2004. Pekín estima que hay un millón de usuarios de drogas en China, pero la Oficina de la Droga y el Crimen de la ONU calcula que existen al menos siete millones, la mitad de los cuales son usuarios por vía parenteral.
Las autoridades chinas son muy estrictas en lo que respecta a la producción, tráfico y venta de estupefacientes. La posición general es tolerancia cero. Los drogadictos detenidos por la policía pueden ser enviados obligatoriamente a centros de desintoxicación por un periodo de seis meses, y hasta dos años a campos de reeducación por el trabajo. Esta política hace que muchos potenciales infectados eludan hacerse las pruebas del sida.
La situación ha cambiado desde que en 2002, el Gobierno aceptó finalmente la magnitud de la crisis. En marzo del año pasado, Pekín lanzó un programa piloto para proporcionar tratamientos alternativos de metadona. Un estudio posterior demostró que el consumo de heroína y los crímenes relacionados habían descendido. En paralelo, inició un programa de intercambio de jeringuillas, aunque mucha gente no se atreve a cogerlas por miedo a ser detenida por la policía.
El sida en China, donde existe muy baja concienciación sobre el uso del preservativo, se está extendiendo a la población general. Pekín puso en marcha en 2003 un ambicioso plan para suministrar antirretrovirales gratis a todas los pobres infectados por el VIH. Pero muchos enfermos no han recibido aún los fármacos. Según el informe de Onusida presentado el lunes, el Gobierno no está haciendo lo suficiente.
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