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Reportaje:

Teatro en teoría y práctica

El congreso Escenium funciona como feria de espectáculos y reflexiona sobre la situación del sector

El palacio Euskalduna de Bilbao acoge desde ayer una gran feria de teatro, en la que cuarenta empresas de artes escénicas, desde productoras a distribuidoras y compañías de teatro, danza o títeres buscan clientes para sus espectáculos. Los potenciales compradores de este mercado teatral son los programadores que asisten hasta mañana a Escenium, el II Foro Internacional de las Artes Escénicas que ha organizado la Red Española de Teatros, Auditorios y Circuitos de titularidad pública. Son, en total, más de un centenar de espacios escénicos repartidos por toda España y una decena de circuitos autonómicos los que se agrupan en la Red.

Los contactos para comprar y vender espectáculos son la parte práctica de Escenium. Es la cara más rentable del foro, en el que participan más de 300 profesionales del sector. La teoría del congreso se desarrolla en paralelo con sesiones en las que se abordará desde la captación de nuevos públicos, la forma de obtener más recursos públicos y privados para el teatro y se analizarán los sistemas de gestión aplicados en Europa a la aplicación de las nuevas tecnologías en la escena, entre otras cuestiones. Las perspectivas de movilidad laboral para los trabajadores de las artes escénicas abren nuevas posibilidades en Europa y los profesionales quieren conocerlas. Escenium se preocupará también por el funcionamiento de los espacios escénicos en otros países europeos y el apoyo que reciben de las instituciones públicas y de la proyección internacional que pueden alcanzar las ferias y festivales de teatro.

"La formación teatral actual es guerrillera", criticó Pedro Barea
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El foro comenzó ayer con una aproximación a la evolución de las artes escénicas en los últimos 25 años. El profesor y crítico teatral Pedro Barea se acercó al teatro en el País Vasco, pintando una realidad que consideró extrapolable a cualquier otra comunidad autónoma. El teatro ofrece en Euskadi, dijo Barea, "un panorama agridulce, ni más ni menos que en el entorno".

Barea advirtió que considera al teatro no sólo ocio y diversión, sino también un vehículo de expresión, de conocimiento y de memoria, capaz de reflejar una sociedad y sus conflictos. La situación actual es el resultado de 25 años de "ausencia de una política teatral", un tiempo en el que se ha evitado el riesgo.

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En la parte dulce del panorama teatral situó el incremento de la oferta y la creación de una red estable de espacios escénicos que garantizan a los grupos teatrales unos resultados económicos positivos. En la negativa destacó la carencia de una infraestructura docente capaz de formar a profesionales en los distintos oficios teatrales y lamentó que se hayan creado administradores pero no creadores. "La enseñanza es guerrillera. Sólo hay centros de tiempo libre, apenas se conceden becas para estudiar fuera", señaló Barea. "Se va a pagar cara la ausencia de estudios teatrales, también en lo que tiene de reserva del recuerdo, de memoria, de forma de trabajar".

En 25 años se ha visto desaparecer los grupos sesentayochistas dispuestos a asumir la producción compartida y la inestabilidad y llegar una nueva organización del sector público. "La empresa privada prácticamente ha desaparecido", recordó. "Los 40 locales de la red Sarea suponen una excelente oferta, pero no hay alternativa, y no deja de ser un empobrecimiento". Barea criticó la dependencia del sector público en producción y distribución, que "decide y marca los gustos". "Se acabó la sorpresa, todos programan lo mismo", dijo. Existe una buena oferta de teatros públicos y festivales, pero no se han creado actividades paralelas. "No hay compañías estables, ni proyectos de producciones únicas".

César Oliva, catedrático de la Universidad de Murcia, coincidió en destacar que la producción privada prácticamente ha desaparecido del panorama teatral español. "El teatro ha vivido de la taquilla desde las corralas pero en los últimos años ya no es la principal fuente de ingresos", explicó. El cambio en la forma de producción afecta a lo creativo: "Nunca se ha hecho tan buen mal teatro. La técnica es buena y la forma, impecable, pero es teatro vacío de contenidos". Oliva defendió que la dependencia de la taquilla estimula la imaginación y puso de ejemplo la situación vivida en Argentina. La crisis económica cortó el apoyo público al teatro y se convirtió en un revulsivo para la creación. "La falta de dinero demostró que el teatro era una necesidad".

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