De Lavapiés

Como vecino de Lavapiés, alucino con la última manifestación de comerciantes mayoristas, disfrazada de protesta de inmigrantes. Las calles de este tradicional barrio del casco histórico de Madrid mantienen un trazado de hace cientos de años. Alberga grandes potencialidades como zona de convivencia, desarrollo cultural y referente histórico de Madrid. Sus calles no fueron diseñadas para el tráfico rodado ni para un comercio mayorista masivo, que tiene ya monopolizada la mitad del barrio, implicando grandes riesgos en edificios antiguos de madera no construidos para servir de almacenes de ropa y bisutería al por mayor.

Las protestas de estos comerciantes muestra llanamente cómo están abusando de este barrio ya que lo que exigen es que no se haga peatonal el barrio para que puedan pasar por sus calles los camiones con las grandes mercancías a sus muelles de descarga, que no permiten que pasen otros coches, por cierto.

Los vecinos de Lavapiés hemos ido viendo cómo se ha ido degradando el barrio impunemente, cada vez más sucio y abandonado, donde los camellos venden las drogas como si fuesen verduleros, la violencia es diaria, y calles enteras de comercios tradicionales han desaparecido para convertirse en polígonos industriales en pleno centro histórico.

Y cualquier medida que implique peatonalizar, rehabilitar, y dinamizar el barrio adaptándose a su carácter y sus potenciales irá en buen camino. No se trata de un problema de inmigración, se trata de adecuar los usos de cada barrio a lo que son, y los polígonos industriales pueden y deben estar en otros lugares.