El Valencia gana con oficio y fortuna
El Cádiz mereció un mejor resultado en un partido condicionado por el viento de levante y en el que fueron expulsados Marchena y Oli
El dialecto del fútbol guarda entre sus frases recurrentes un racimo de tópicos que resumen con dos o tres sustantivos y un verbo el partido entre el Valencia y el Cádiz. La selección natural siempre recompensa al más poderoso frente a la osadía y buena voluntad del más débil. Los valencianistas no jugaron bien, pero ganaron. Vencieron por oficio y fortuna. El resto de calificativos para el equipo de Quique Flores no son tan amables. Una falta inofensiva sacada por Vicente se coló en la portería amarilla ya en el epílogo. Un equipo grande a la deriva pilló al polizón cuando ya se avistaba el puerto.
El encuentro fue muy entretenido, con lo que soplaba ayer en Cádiz ya es para darse por satisfecho. El balón era un globo, los amarillos supieron hacerse con su vuelo caprichoso desde el principio. Colocado en el campo, el Valencia tiene un dibujo autoritario, de equipo que sale a controlar y no a verlas venir. Pero ni el aire, ni el equipo de Espárrago le concedieron esa ventaja.
CÁDIZ 0 VALENCIA 1
Cádiz: Armando; Varela (Mirosavljevic, m. 85), Paz, De Quintana, Raúl López; Suárez (Benjamín, m. 71), Fleurquin; Enrique, Sesma (Iván Ania, m. 82), Pavoni; y Oli
Valencia: Cañizares; Miguel, Marchena, Ayala, Moretti; Albelda, Baraja; Rufete (Angulo, m. 46), Vicente; Mista (Navarro, m. 69) y Villa (Fabio Aurelio, m. 82).
Gol: 0-1. M. 81. Vicente.
Árbitro: Moreno Delgado. Expulsó a Marchena (m. 65) por doble amonestación y a Oli (m. 78) con roja directa por una entrada a Baraja. Amonesto a Fleurquin, Sesma, Iván Ania, Ayala, Moretti, Vicente y Baraja.
Unos 19.000 espectadores en el campo Ramón de Carranza.
El vendaval fue aliado de los gaditanos en su juego de fuerza y presión. Así fue la primera parte, un equipo local muy pegajoso curró a destajo para dejar al Valencia sin balón. Lo logró sin demasiados problemas. Llegaba, entonces, el turno de Pavoni. El media punta es un futbolista con retrovisores que sabe lo que revolotea a su alrededor. Tiene la idea pero a menudo confunde la ejecución. Cuando el argentino acertaba, era pan comido que Sesma y Enrique le ganasen la espalda a Moretti y Miguel. Hasta ahí todo bien pero los amarillos fallaron con el estoque.
Baraja repartió muy pocas cartas. Sus rivales en la mesa no le concedieron casi ninguna baza en la partida. Alguna diagonal a Vicente que metió el miedo en el cuerpo a los centrales locales y poco más. Con tan poco, la defensa del Cádiz se derritió como mantequilla y jugó con el murmullo de la grada el resto del partido. Villa le ganó por piernas a Abraham Paz y se plantó delante de Armando. El duelo lo venció el portero. El resto del catálogo de los levantinos el primer tiempo eran chupinazos de los centrales hacia el punta asturiano que el viento sacaba del campo. Cañizares se ganó de ley su jornal. Un balón envenenado que le botó en los morros no pudo atajarlo, los reflejos para en un instante reaccionar y blocar la pelota con el rival a un palmo refrescaron la memoria sobre lo buen portero.
El partido se reanudó con peor pinta todavía para el Valencia. El gol local era cuestión de minutos. Lo tuvo Pavoni, pero mandó el balón al larguero con más de siete metros de portería a su disposición. Con tanto aire había que tocar y resguardarse muy juntitos. Era lo que hacía el Cádiz. Acumuló ocasiones como para hacer un catálogo. Pero nada. Ganó el Valencia. Tres puntos que le conceden otros siete días de plazo a Quique para que haga saber a su plantilla cómo quiere que respire.
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