El ridículo de una moción de censura
No se va a librar Manuel Chaves de hablar sobre la polémica moción de censura que el PSOE había auspiciado, en un primer momento, en el municipio de Gibraleón (Huelva). Tendrá que dar explicaciones, esta semana, en la sesión de control que se celebra en el Parlamento andaluz. Responderá a una pregunta que le planteará la portavoz del Grupo Popular, Teofila Martínez, quien, tal vez, en esta ocasión, se muestre más acertada que en anteriores oportunidades. Tiene razones para pensarse que puede poner en apuros al presidente andaluz, sobre todo si se tiene en cuenta lo desacertado que han estado los socialistas en esta operación de derribo del actual alcalde de Gibraleón, el popular Juan Ramón Gómez Cueli. Impulsaron esta iniciativa a sabiendas de las críticas que se iban a suscitar por sustentarse en el apoyo de una edil tránsfuga. Era, en definitiva, una forma de actuar muy similar a cómo lo habían hecho el resto de fuerzas políticas en otros puntos de Andalucía y en donde los socialistas perdieron varias alcaldías de esta forma. Sin embargo, no estaban preparados para digerir el escándalo suscitado por la intervención, por parte de la Guardia Civil, en la casa del secretario local del PSOE, Juan Antonio Salas, de un artilugio oculto para cegar la televisión municipal.
Ésa tuvo que ser la señal que hizo a Chaves ordenar el repliegue y restar toda cobertura política a dicha moción que podrá salir adelante, pero sin las siglas del PSOE de por medio. Posiblemente sea la única forma de escapar del embrollo con algo de argumento entre las manos, ya que habría que preguntarse si los demás partidos pueden decir lo mismo. Y es que los socialistas saben que, a pesar de los golpes de pecho que se dan unos y otros, nadie está libre de pecado en esta materia.
Todos, sin excepción, han amparado e impulsado actuaciones con tránsfugas para derribar a los alcaldes que correspondan. Aún así, deben sopesar un hecho fundamental y es que sus electores no perdonan ese tipo de comportamientos al PSOE. Por aquí, por la rápida rectificación acometida, puede que encuentre Chaves una salida en torno a una experiencia fallida que requiere de la reflexión correspondiente. Como se dejen llevar por las apetencias y las calenturas locales, el PSOE andaluz se queda sin discurso tanto en lo referente a las mociones de censura como en lo relativo al urbanismo. Ahí están los casos de alcaldes socialistas de la costa de Málaga declarados en rebeldía contra el planeamiento urbanístico que emana de la Junta. Y todo sin coste político alguno para ellos. En cualquier caso, lo será para la Administración andaluza que aparece como la mala de la película.
En el Parlamento, además, se podrá comprobar el grado real de acercamiento que pueda existir entre el PSOE con IU y PA a cuenta de los trabajos de la ponencia sobre la reforma del Estatuto y lo relativo a la financiación. Frente a una posición de freno de los populares, hasta conocer qué hacen los catalanes, se abre una posibilidad de entendimiento entre el resto de fuerzas políticas en torno a una propuesta que radicaría en apostar por un sistema de financiación basado en el principio de igualdad entre territorios, incluyendo como requisitos imprescindibles la renta por habitante y la población real y efectiva de cada comunidad.
Mientras tanto, se acrecientan las dudas sobre la capacidad de prosperar que pueda tener el proyecto catalán. En Madrid, los socialistas quieren cerrar este debate cuanto antes pero, por si acaso, aquí comienzan a plantear una propuesta de máximos con tal de no quedarse atrás o por debajo de las pretensiones del tripartito de Maragall. Un desequilibrio de ese calibre sería mortal para el PSOE, que vería dañada su imagen consolidada que mantienen ante los ciudadanos como el partido que mejor defiende los intereses de Andalucía, tal y como lo señalan, reiteradamente, todas las encuestas.
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