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Intercambio de papeles

Juan Ignacio Crespo

Durante el otoño se han venido produciendo cambios significativos en el comportamiento de las diferentes clases de fondos de inversión de renta variable. De todos ellos el más importante ha sido el experimentado tanto por los que invierten en acciones de empresas de EE UU como por los que lo hacen en las europeas, aquéllos mejorando sustancialmente sus rentabilidades y éstos empeorándolas; pues, mientras que entre enero y septiembre los primeros habían tenido ganancias promedio de 1,33% (calculadas en su moneda original; es decir, en dólares) los últimos, los que invierten en acciones de empresas de la Eurozona, acumulaban ganancias muy superiores, de casi el 18%.

El movimiento general de las rentabilidades en 2005 ha mantenido la rentabilidad acumulada de los fondos europeos oscilando entre el -0,5% y el 18,5%, mientras que los de EE UU apenas han estado en positivo en algún momento del año. Todo ello condicionado por un comportamiento de las respectivas Bolsas que no podría ser más diferente: mientras las europeas en general, y la española en particular, han vivido hasta octubre un fuerte movimiento alcista, los índices de las Bolsas de EE UU han evolucionado lentamente en un gran movimiento lateral que las tiene apenas por encima de su nivel de inicio de año.

Desde mediados de octubre la situación parece haberse transformado en la contraria: los fondos que invierten en EE UU acumulan (en dólares) un 5%, en tanto que las ganancias de los europeos son sólo de 1,6% Y ahora, si se miden ambas en euros, la rentabilidad en el año de los de EE UU (20,5%) estaría ya superando el 18,5% de los europeos, gracias a la apreciación del dólar.

A juzgar, pues, por la evolución de los diferentes índices, europeos y de EE UU, podría sospecharse que las Bolsas de ambos lados del Atlántico han intercambiado sus personalidades. Todo ello en un año en el que la correlación entre Bolsa de EE UU y europea es mucho más baja que de costumbre.

Tradicionalmente las europeas han reaccionado muy en sintonía con las de EE UU, algo que se entiende fácilmente si se tiene en cuenta la enorme capitalización de éstas, así como el peso relativo de sus fondos de inversión y pensiones dentro del conjunto de la inversión institucional en todo el mundo.

Sin embargo, en 2005 esa manera casi automática de reaccionar de las Bolsas europeas ante lo que sucede en las de EE UU se ha diluido un poco. De modo que, hasta octubre, se ha podido asistir al espectáculo insólito de que la Bolsa española siguiera subiendo tras uno o más días de bajadas (incluso fuertes) en Nueva York.

Pues bien, desde el 5 de octubre, las varas se han vuelto lanzas y el comportamiento de unas y otras Bolsas parece ser el inverso del habitual en 2005: cuando los índices de EE UU caen, los europeos caen mucho más, en tanto que en algunas ocasiones en los que los primeros suben, a los últimos les cuesta seguirles y llegan a quedarse, como le ha ocurrido algún día al Ibex 35 de la Bolsa española, completamente inertes.

Este nuevo modo de comportamiento, ¿está aquí para quedarse, al menos durante unas semanas o meses? No hay respuesta cierta, aunque la probabilidad de que así sea es elevada. En ello van a intervenir de manera decisiva la cotización del dólar y la evolución de los tipos de interés de largo plazo.

De hecho, las Bolsas europeas parecen sometidas en este momento a la influencia de dos grandes masas gravitatorias: la Bolsa de EE UU y los tipos de interés de largo plazo. Mientras éstos no cesen de subir o los índices de EE UU no inicien una carrera alcista, difícilmente podrán las cotizaciones en Europa seguir prosperando.

¿Y que han hecho entre tanto todas las demás clases de fondos? Se mantiene la fuerza de los que invierten en mercados emergentes, tanto de renta fija como variable, a pesar de haber experimentado un bache en sus rentabilidades en octubre. De conjunto, y una vez transcurridos diez meses de 2005, los fondos de renta variable siguen revelándose aún (junto con la inversión directa en acciones) como el activo que mayores rentabilidades ha proporcionado. Si se toman en cuenta los más de 4.800 fondos distribuidos en España, y haciendo abstracción de la clase de activo en que invierten, la rentabilidad media acumulada en el año es de 12,5%, con extremos que van desde el 70% de los que invierten en Rusia hasta la rentabilidad ligeramente negativa de algunas clases de fondos que invierten en renta fija japonesa.

El futuro inmediato sigue siendo bueno para los fondos de renta variable, aunque dentro de éstos los españoles tendrán probablemente que conformarse, con recuperar la rentabilidad que habían acumulado hasta primeros de octubre.

Juan Ignacio Crespo es director General de Finanduero

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