Educación y política
El decidido apoyo a la enseñanza concertada en la Comunidad tiene sus réditos en lo político. Sin recursos, pero gratuita, la escuela pública va camino de convertirse en el refugio de los desposeídos y los recién llegados. Entretanto, una importante porción de familias pertenecientes a sectores medios (cada vez más, medio-bajos) huye hacia la concertada haciendo el esfuerzo económico que -piensan, y por desgracia quizá con razón- dará mejores oportunidades a sus hijos. Para mantener tal privilegio votan, y votarán más, opciones conservadoras, defensoras de la libertad de elección de los padres.
Quien esto firma es padre resistente de la escuela pública en centros del corazón de Madrid, infradotados hasta lo impensable y con un elevado porcentaje de estudiantes inmigrantes en un entorno de centros concertados con excelentes instalaciones y étnicamente uniformes: no parece justo, ni solidario, ni razonable; no parece tampoco cristiano.
El Estado tiene que compensar las desigualdades: las condiciones de cualquier centro educativo sostenido con fondos públicos -concertado o público- deben ser las mismas en la admisión de alumnos, la gratuidad, las instalaciones, las actividades, etcétera. Y habría que comenzar a actuar ya, porque tal y como van las cosas quizá cuando alguien decida hacer algo sea ya demasiado tarde, estigmatizada sin retorno la escuela pública. Por último: el sistema tiene que exigir esfuerzo y responsabilidad a los alumnos, y conceder a los profesores las herramientas para hacerlo posible.
