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George Benjamin dedica un ciclo a la música del siglo XX

El compositor británico ha sido invitado dos semanas por la ONE

Jesús Ruiz Mantilla

Es fantástico encontrarse con un londinense que exhiba, junto al color de su ironía, un entusiasmo emotivo por las cosas. George Benjamin (Londres, 1960) lo hace, y está feliz por la oportunidad que le ha dado la Orquesta Nacional de programar una Carta blanca a su gusto. El que fuera discípulo favorito de Olivier Messiaen, quien dijo que "desde Mozart no había aparecido un talento igual", ha elegido el siglo XX como eje de su propuesta.

Camina estos días por Madrid persiguiendo el rastro que inspiró a sus ídolos. "Stravinski dedicó uno de sus estudios para orquesta a la ciudad, y trato de ver dónde encontró sus ideas". Ayer pudo tener una pista en el piano de la Residencia de Estudiantes, donde el autor británico participó en un coloquio en la misma sala donde está el piano que el compositor ruso tocó en esos tiempos dorados, como también lo hiciera Lorca. "¿De verdad?", se asombra Benjamin con una emoción nerviosa que da prueba de su fascinación por las vibraciones de los genios.

Esa energía tratará de desplegarla él desde el día 22 hasta el 4 de diciembre, las fechas en las que George Benjamin ha programado un ciclo variado, ecléctico, que se centra en la música más próxima del siglo XX y XXI, aunque con algunos viajes al barroco, con piezas de Henry Purcell, por ejemplo.

El público español escuchará al Benjamin compositor, pero también al director y al pianista, que se ha prestado -el miércoles 23- a hacer improvisaciones sobre una proyección del maravilloso Nosferatu, de F. W. Murnau, en la Filmoteca Nacional. "No hago improvisaciones a menudo, pero cuando me decido a ello no preparo nada, ni aplico nada conocido, al menos conscientemente. Tampoco luego utilizo ninguna idea para mis composiciones; simplemente, un acorde", confesaba Benjamin ayer, en el Auditorio Nacional.

El programa diseñado por él, que interpretarán la Orquesta Nacional de España, con directores también como Ilan Volkov, el grupo ONE Actual o coros como el BBC Singers, no responde a ningún cálculo premeditado ni a estrategias para acercar la música contemporánea a los grandes públicos. "Está presente la música que llevo más cerca de mis emociones, más dentro de mí", afirma. Ha escogido a sus maestros. A Alexander Goehr, a Messiaen, que lo adoptó cuando él tenía 15 años como hijo musical cuando Benjamin aterrizó en París a estudiar con 15 años. A sus más íntimos inspiradores, a Stravinski, Debussy, a Pierre Boulez, "a quien debo tanto", asegura. También a artistas muy cercanos, como Olivier Knussen, según Benjamin, "hoy el mejor músico del planeta", o ilustres arrinconados, como Roberto Gerhard, "un gran compositor escasamente reconocido".

No es su misma suerte, Benjamin es uno de los compositores de la generación de los sesenta más interpretado en el mundo y por las grandes orquestas. Sus obras no son extrañas en los atriles de la Filarmónica de Berlín, de la London Symphony, de la Concertgebouw holandesa... Pero es hipercrítico y de un perfeccionismo obsesivo. Tarda dos años en escribir sus obras, rompe, rehace y mantiene siempre a tiro el cubo de la basura. "Destruyo muchas cosas, vuelvo a empezar, a veces hasta 30 veces", afirma Benjamin.

George Benjamin, ayer en Madrid.
George Benjamin, ayer en Madrid.RICARDO GUTIÉRREZ
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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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