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Reportaje:

La creadora de una leyenda

"Era trianera. Explotó su origen sevillano cuando empezó a bailar"

Tórtola Valencia es uno de esos personajes que acapararon la cultura popular de inicios del siglo XX y del que hoy muy poca gente se acuerda. Misteriosa, culta y seductora, Tórtola Valencia (Sevilla 1882- Barcelona 1955) fue comparada con Isadora Duncan. La bailarina sevillana recorrió los escenarios europeos más rutilantes y cautivó al público con sus danzas orientales. Tórtola Valencia era coreógrafa, escenógrafa e intérprete de sus danzas. Tras retirarse abrigada por el éxito, vivió y murió en su casa del barrio barcelonés de Sarriá.

Antes había creado en torno a su persona una nube de misterio, que contribuyó a reforzar su atractivo. La bailarina tuvo tal popularidad que prestó su imagen para dar vida a la maja de los jabones de Myrurgia. Tórtola Valencia difundió muchas leyendas: que era hija de un Grande de España, que se había iniciado en enigmáticos cultos orientales, que había provocado el suicidio de varios amantes... Lo cierto es que nada se sabe de sus padres, nunca se le conoció pareja masculina y en sus últimos días le acompañaba una mujer que fue antes su secretaria y a la que luego adoptó como su hija.

María Pilar Queralt intenta desvelar los misterios de la bailarina sevillana Tórtola Valencia con una biografía

María Pilar Queralt ha intentado desvelar todos estos misterios en la biografía Tórtola Valencia, que ha publicado recientemente Lumen. Queralt ha tratado de aclarar las circunstancias de su vida tras consultar su legado, cedido por su heredera al Institut del Teatre de Barcelona, la escasa bibliografía sobre su persona y las entrevistas que concedió a la prensa.

"Tórtola Valencia hizo realidad una frase de Eugenio d'Ors: para salvarse del olvido hay que crear una leyenda. El de Tórtola Valencia es otro buen misterio a descubrir. De Tórtola Valencia como artista se sabe mucho. En cambio, como persona se sabe muy poco. Creo que Tórtola Valencia tuvo la voluntad expresa de que se supiera muy poco de ella. En su legado hay fotografías, vestuario y recortes de prensa, pero no hay cartas, ni un diario ni unas memorias... ¿Cómo es posible que una mujer tan egocéntrica no escribiera unas memorias? Posiblemente las escribió, pero luego las destruyó", señala Queralt, que es licenciada en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad Autónoma de Barcelona, donde entre 1980 y 1982 impartió clases de Historia de España en la Facultad de Ciencias de la Información. Colaboradora de revistas de historia, Queralt ha publicado La vida y la época de Fernando VII, Madres e hijas en la historia y De Alfonso la dulcísima esposa, entre otros libros.

"Lo primero que me llamó la atención sobre ella fue ver que un periódico de EE UU decía que las tres mejores bailarinas del siglo XX eran Isadora Duncan, la Paulova y Tórtola Valencia", dice Queralt. "Tórtola Valencia empieza como artista de varietés. Lo que la diferencia de otras artistas es que se convierte en musa de poetas. La adopta la intelectualidad. Baila en el Ateneo de Madrid, en el Liceo de Barcelona, en Buenos Aires, en Nueva York", añade la autora de la biografía.

"La descubre el pintor Zuloaga. La apadrinan escritores de la talla de Valle-Inclán, Rubén Darío, Pío Baroja, Ramón Gómez de la Serna... Por una parte, es una mujer exquisita que habla siete idiomas, muy preparada culturalmente; por otra, el hecho de ser la imagen de la maja de Myrurgia la convierte en alguien popular", asevera Queralt. "Tórtola Valencia sabía inventar aquellas leyendas que vendían. Inventó muchas leyendas: que era gitana, hija ilegítima de un Grande de España, sobrina nieta de Goya, hija de un sacerdote... Eran fantasías delirantes que le crearon una aureola de mujer fatal. No creo que se iniciara en ritos orientales porque jamás viajó a Oriente", recuerda.

"Era trianera. Explotó su origen sevillano cuando empezó a bailar. Luego, poco a poco lo fue disimulando cuando España ya no estaba tan de moda. Y empezó a explotar las historias referentes a las danzas orientales", comenta Queralt.

La Guerra Civil marcó los últimos años de la vida de la bailarina. En 1940, murió en prisión su gran amigo, el escritor Antonio de Hoyos y Vinent, marqués de Vinent, que formó parte de la Federación Anarquista Ibérica. "La muerte del marqués de Vinent, que la había introducido en el Madrid canalla, la asustó terriblemente. Se cubrió con la capa de lo políticamente correcto en Barcelona. Frecuentaba la iglesia y se relacionaba con Queipo de Llano. Creo que el miedo influyó en esto", concluye Queralt.

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