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Entrevista:CONSUELO CRESPO | Presidenta de Unicef-España

"Hay que cambiar las leyes del comercio internacional"

Consuelo Crespo, de 52 años y madre de cuatro hijos, es la nueva cara de Unicef en España. Aunque en 1961 el núcleo inicial de amigos de Unicef se aglutinó en torno a una mujer, cuarenta años más tarde, y después de siete dirigentes varones, Crespo se ha convertido en la primera presidenta de la organización. Su elección coincide con la transformación del comité español en una fundación. Crespo nació en Barcelona, estudió Biología y dio salida a sus primeras inquietudes sociales a través de Cáritas. De las dos candidaturas presentadas para sustituir a Francisco González-Bueno, que ha finalizado su mandato este mes, la suya fue la más votada.

Pregunta. En los últimos años, el comité español parece proyectar una imagen de mayor calado ideológico, más comprometida. ¿Se ve así desde dentro?

"Es preciso combatir la explotación sexual infantil, el acoso escolar y el maltrato"

Respuesta. Unicef nació en 1946 con unos valores de progreso y exigió atender no sólo a los niños de los países ganadores, sino también de los vencidos. Se trabaja con objetivos de transformación, de ir a las causas y no sólo dar dinero. Lógicamente somos progresistas. La cooperación para el desarrollo así lo exige.

P. ¿Por qué una fundación?

R. Es el resultado de una reflexión de Unicef y el comité español, en un intento de armonizar y homologar a las distintas organizaciones nacionales. Por otra parte, la ley española de Fundaciones de 2002 ofrece un modelo seguro, bien regulado y menos intervenido que en el pasado, lo que nos facilita una mayor penetración en el tejido social y garantiza la permanencia de los objetivos de la institución por encima de la voluntad de las personas.

P. ¿Bajo esa denominación se obtienen más ventajas fiscales?

R. No, no es ésa la razón ni es relevante. Siendo una asociación de utilidad pública, el donante ya desgravaba el 25%.

P. Usted empezó como voluntaria hace 12 años. ¿Qué tareas considera inaplazables?

R. La labor de Unicef, como abanderada de la Convención de los Derechos del Niño, es ser el paraguas de otras organizaciones que trabajan por la infancia y su bienestar, y diseñar el programa que debe aplicar cada país dentro del marco legal de la convención. Me entusiasma este trabajo, creo que es muy válido y positivo, aunque muchos resultados excelentes en salud y educación queden desdibujados por ese papel ambiguo de facilitar la tarea y el protagonismo a otras organizaciones.

P. Esa aparente ambigüedad ¿no contribuye a que los ciudadanos vean antes su parte burocrática que efectiva y se sientan lejos?

R. Quizá. Es un riesgo. Unicef trabaja con los gobiernos para que los derechos del niño se cumplan, y en algunos países ésta es una labor muy difícil. En este sentido, la nuestra es una labor en la sombra. Pero al mismo tiempo no se puede olvidar que trabajamos con la infancia y para la infancia, muy cerca de los niños y de las mujeres, al pie de la pobreza, combatiéndola, junto con otras organizaciones humanitarias.

P. ¿La pobreza tiene demasiadas cabezas y tentáculos?

R. Hay que cambiar las leyes del comercio internacional y condonar la deuda externa, empleando este dinero en desarrollo en esos mismos países. Apoyamos igualmente que la cooperación española alcance el 0,7%. Una de las prioridades de Unicef es la escolarización de las niñas en todo el mundo, ya que cerca del 40% no va aún a la escuela. En materia de salud, además de la cobertura total de inmunización es necesario que, además de las vacunas, se cuide la salud infantil en los primeros años de vida. Unicef colabora con ONUSida no sólo por los aspectos sanitarios de la pandemia, sino porque muchos niños han quedado huérfanos. En algunas regiones de África han desaparecido generaciones enteras por sida.

P. Dentro de España, ¿qué déficit observa?

R. Trabajamos con las instituciones públicas por la infancia y es preocupante que los niños pasen horas ante el televisor, a menudo solos. Es tremenda esa soledad de muchos niños. Todas las televisiones incumplen el código deontológico que firmaron. Es prioritario combatir la explotación sexual infantil, el acoso escolar y el maltrato. También hay que considerar la creciente obesidad en los menores.

Consuelo Crespo.
Consuelo Crespo.

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