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Reportaje:CRÓNICA EN VERDE

Aves de paso

El observatorio ornitológico de Cazalla (Tarifa), amenazado por un proyecto turístico

Pese a todas las alteraciones que el hombre ha ido introduciendo en el medio ambiente, hay fenómenos naturales que siguen manifestándose igual que hace cientos de miles de años. La migración de las aves es uno de esos sorprendentes espectáculos que siguen desarrollándose ajenos a los intensos cambios que se manifiestan en nuestro entorno. Convocadas por el paso de las estaciones, cientos de especies emprenden un largo viaje en el que no existen barreras nacionales ni continentales.

Andalucía, por su situación geográfica, es lugar de paso obligado para muchas de estas aves nómadas. Las diferentes rutas que conectan el continente europeo con el africano convergen en tres puntos: el estrecho del Bósforo (Turquía), el de Messina (Italia) y el de Gibraltar. El primero comprende una zona muy extensa, por lo que apenas existen embudos en donde se concentren las aves en su salto intercontinental; el segundo lo utilizan bastantes menos individuos de los que acuden a los otros dos y, por fin, el tercero constituye un área de observación idónea, ya que la concentración de aves es muy elevada y, además, circulan por un estrecho pasillo, lo que facilita su seguimiento.

El primero de estos grandes viajes migratorios se produce a comienzos de la primavera. Las especies que han pasado el invierno en África retornan al continente europeo, donde las temperaturas ya se han suavizado y abunda la comida, con lo que pueden afrontar el delicado proceso de reproducción. A finales de agosto, y hasta comienzos de noviembre, tiene lugar el viaje de vuelta, más numeroso que el primaveral al haberse incorporado los pollos nacidos en tierras europeas.

Los expertos calculan que, durante el otoño, recalan en África más de 5.000 millones de aves procedentes de Europa. De ellas, unos 300 millones habrán elegido el estrecho de Gibraltar como lugar de paso.

Rapaces y cigüeñas

Entre otras eligen esta ruta el 60% de las rapaces europeas así como la práctica totalidad de la población de cigüeñas. Por eso son de suma importancia las observaciones que tienen lugar en determinados puntos del litoral andaluz, ya que, a través de ellas, los ornitólogos pueden analizar en que situación se encuentran algunas especies en función del aumento o disminución de sus poblaciones.

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Uno de estos observatorios privilegiados es el que se sitúa en el Cerro de Cazalla (Tarifa), al que se accede desde el kilómetro 78,5 de la Nacional 340 y que es considerado, por los propios ornitólogos, como uno de los mejores del mundo para este tipo de estudios. Como explican los responsables del Colectivo Ornitológico Cigüeña Negra (COCN), que trabaja en este enclave desde 1997, "la importancia de Cazalla radica tanto en su situación geográfica como en su campo de visión, que se extiende desde Cabo Estartel hasta Ceuta, elementos que permiten observar y censar una enorme cantidad de especies con la posibilidad añadida de confirmar la travesía de las aves entre los dos continentes".

En 2003 este colectivo firmó un convenio con el Ayuntamiento de Tarifa, ya que los terrenos de Cazalla son de titularidad municipal, por el que dicho emplazamiento se cedía al COCN, garantizando así el mantenimiento de las condiciones naturales del observatorio y su uso exclusivo para actividades relacionadas con el estudio, conservación y divulgación de las aves. Gracias a este acuerdo, de duración indefinida, se ha acondicionado la zona, facilitando así el trabajo de los numerosos especialistas que acuden a Cazalla, aunque todavía están pendientes algunas actuaciones debido a la existencia de un almacén de butano que el Ayuntamiento tiene intención de trasladar a un polígono industrial.

Aun cuando esta decisión ya fue ratificada, por unanimidad, en un pleno celebrado en 2002, no parece que los compromisos adquiridos entonces puedan mantener Cazalla a salvo de otros usos que no sean los estrictamente científicos o educativos. Desde la Mancomunidad de Municipios de Campo de Gibraltar se baraja la posibilidad de ubicar en este emplazamiento un mirador, de uso turístico, que contaría con un restaurante y otras instalaciones de ocio, proyecto que, a juicio del COCN, es incompatible con las actividades de observación ornitológica.

Aun cuando el proyecto no se ha concretado, desde el COCN han lanzado una campaña en defensa de Cazalla, reivindicando que se cumplan los acuerdos suscritos con el Ayuntamiento de Tarifa y se estudien otras posibles ubicaciones para dichos equipamientos turísticos. A la llamada de los ornitólogos han acudido ya especialistas y aficionados de 19 países, que están remitiendo sus escritos de apoyo a la página web (http://cocn.tarifainfo.com) de este colectivo.

sandoval@arrakis.es

Un 'ascensor' térmico

Aunque el estímulo de migrar es un impulso innato en numerosas especies de aves, es decir, nacen con él, el momento justo para iniciar el viaje lo determina lo que algunos científicos llaman el "reloj biológico". Este mecanismo podría tomar como referencia la duración de los días solares o la temperatura, al igual que ocurre con las plantas.

Los viajes más cortos y directos entre los dos continentes los realizan aquellas aves que recalan en el Magreb, y que cubren sólo unos 1.500 kilómetros. Pero, en otros muchos casos, por su lugar de origen o destino, las aves deben cruzar mares y desiertos hasta cubrir distancias de más de 10.000 kilómetros.

Las estrategias para resistir un periplo de este calibre son variadas. Hay aves, por ejemplo, que acostumbran a volar de noche para ahorrar energía, como es el caso de los zorzales o las currucas, mientras que otras, como las planeadoras, aprovechan las corrientes de aire caliente (térmicas) que en las horas centrales del día ascienden desde la tierra recalentada.

Cazalla es, precisamente, el mejor observatorio de Europa para espiar la migración de las grandes planeadoras, como cigüeñas, milanos o buitres, sobre todo cuando sopla levante. Ya que las corrientes de aire caliente se producen únicamente sobre tierra firme, estas especies acostumbran a concentrarse en la línea de costa para dejarse arrastrar por las térmicas hasta una altura considerable. Una vez que, sin esfuerzo ninguno, han conseguido esta elevación, sencillamente se dejan deslizar, en planeo descendente, hasta la costa africana, con un consumo energético mínimo.

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