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Reportaje:CICLISMO | Presentación del Giro de 2006

Una carrera para Rujano

Cinco llegadas en alto, una cronoescalada y montes terroríficos definen la ronda italiana

Carlos Arribas

"Si yo fuera corredor, pediría a mi director que no me llevara. Es un Giro atroz". Quien se expresaba así hace unos días era un director que había tenido acceso al recorrido previsto para la carrera rosa de 2006, que partirá de Seraing (Bélgica) el primer sábado de mayo, el 6, y terminará en Milán el último domingo, el 28. Y ayer, nada más desvelarse el trazado y después de darse cuenta de que le sobraban dedos de una mano para contabilizar las posibles llegadas al sprint, fue Alessandro Petacchi, el rey de los sprinters (19 victorias en los tres últimos Giros), quien afirmó. "Yo, si puedo, me voy al Tour".

Para contrarrestar las negras noticias de los convulsos años que vive el ciclismo, el director del Giro, el periodista Angelo Zomegnan, ha querido hundir el recorrido en las raíces de la leyenda, con visitas a lugares tan señalados como el Bondone -el puerto de Trento en el que ganó Gaul el Giro del 56, el de la nieve y el hielo-, el santuario de Ghisallo -donde el monasterio de la patrona de los ciclistas, paso habitual del Giro de Lombardía, que en esta ocasión se subirá en cronoescalada-, un guiño al trofeo Baracchi contrarreloj, con la etapa de Pontedera, y a las clásicas de las Ardenas con las cuatro etapas que se disputarán en Valonia, una de ellas con final en Marcinelle, la mina de carbón próxima a Charleroi en la que en 1956 murieron 262 mineros, 136 de ellos emigrantes italianos, en un pavoroso incendio.

Pero, expurgado de sentimentalismo, el recorrido de 2006, que desdeña el Sur para centarse en el rico Norte de la península italiana, se muestra frío, duro, tremendo. Antes de la presentación oficial, se declinaba con miedo la letanía habitual de grandes puertos: Marmolada, Pordoi, Gavia, Mortirolo, San Pellegrino..., pero, conocido el resto, hasta estos puertos se quedan en nada comparados con el gran monstruo de 2006, el Plan de Corones, en el corazón de los Dolomitas: 17 kilómetros al 7,5% con algunos tramos, en tierra, por supuesto, que alcanzan el 24%. Suficiente para que, en Venezuela, José Rujano, el diminuto escalador que se reveló en 2005, se sienta el corredor más feliz del mundo.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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