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La Cumbre de Barcelona aprobará un código antiterrorista

Un programa de acción a cinco años reactivará el diálogo euromediterráneo

La Cumbre Euromediterránea, que se celebrará los próximos 27 y 28 de noviembre en Barcelona, está siendo concebida para superar las dificultades intrínsecas de la relación entre dos orillas separadas por un diferencial creciente de renta. Una de las novedades que se negocian es un código de conducta antiterrorista, concebido en el marco de la incorporación al proceso iniciado hace diez años, de una cooperación hasta ahora inexistente en temas de seguridad y justicia. Otra es la aprobación de un programa de acción a cinco años, con objetivos concretos y mecanismos de evaluación.

El código antiterrorista puede representar un paso importante en el enfoque común del problema por parte del único foro internacional que comparten el Estado de Israel y la Autoridad Nacional Palestina.

El acuerdo, que se sigue negociando, no se plantea, sin embargo, resolver el gran escollo pendiente de la definición de terrorismo, un punto en el que las opiniones del norte y el sur del Mediterráneo están frecuentemente enfrentadas. Pero sí recogerá la voluntad común de luchar contra una amenaza de la que ya no se libra ninguno de los países, árabes o europeos, que participan en la reunión.

El código estará integrado en una declaración política más amplia, cuya principal novedad será la voluntad de construir un espacio común de seguridad y justicia en el que tengan cabida Siria e Israel, Turquía y Chipre o Marruecos y Argelia.

Se trata de extender el modelo europeo de política común de justicia e interior (JAI) al ámbito euromediterráneo, y de considerar las posibilidades de aplicar en las dos orillas del mar europeo por antonomasia los instrumentos para la lucha antiterrorista desarrollados dentro de la Unión Europea, como la orden de entrega inmediata de detenidos, sin que medie proceso de extradición, o los equipos de investigación conjunta.

Esta introducción del cuarto pilar, según la terminología comunitaria, es el principal desarrollo previsto para Barcelona en un proceso que hasta hoy se ha sustentado sólo en la cooperación política, económica y cultural.

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Un problema clave como es el de la inmigración se debatía únicamente bajo la rúbrica de cultura, y el hecho de que durante una década no haya sido posible aprobar la Carta Euromediterránea a favor de la Paz y la Estabilidad da idea de las dificultades que surgen cuando en este foro se plantean temas de seguridad.

Fuentes diplomáticas confirman, por otro lado, que la declaración política que se apruebe en Barcelona renovará el concepto de "asociación" y "propiedad" característico de este foro, en el que los ahora 36 países miembros, tras la última ampliación de la UE, participan sobre bases igualitarias.

También insistirá en el carácter autónomo de las reformas que se pretenden por parte de los Estados miembros, concebidas "desde dentro" y nunca impuestas, para conseguir una zona de paz, estabilidad y prosperidad compartida.

En el plano económico, la cumbre reafirmará el objetivo improbable de llegar a una zona de libre comercio en 2010, pero insistirá sobre todo en medidas para favorecer la inversión directa en los países del sur. Sin ese avance, no logrado hasta ahora, el objetivo de desarrollo será una quimera.

En el apartado cultural, se hablará de alianza de civilizaciones y de lucha contra la xenofobia. Pero se insistirá, sobre todo, en el papel esencial de la educación.

Los promotores españoles de la cumbre consideran que, dada la situación del conflicto de Oriente Próximo y la evolución económica de la zona, el mero hecho de haber logrado organizar la primera cumbre euromediterránea de la historia, cuando el proceso cumple su primera década, es ya un triunfo.

El presidente sirio, Bachar el Asad, bajo presión por el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri, ha confirmado que no vendrá, y tampoco está claro que lo haga el primer ministro israelí, Ariel Sharon. El resto de las participaciones importantes parecen seguras.

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