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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Iluminación de la España negra

Con ochenta obras de varios pintores españoles de fines del XIX y comienzos del XX, Lily Litvak y Pablo Jiménez han construido una exposición temática, centrada en el interesante asunto de lo nocturno, que, por aquellas fechas, tuvo múltiples implicaciones no sólo de carácter estético, porque ese momento histórico coincidió con la iluminación artificial de la ciudad moderna, lo que abrió un nuevo campo de actividad laboral y ociosa, que no ha hecho sino acrecentarse desde entonces. En la España finisecular esta apuesta por la noche tenía particulares connotaciones, porque estábamos justo en la celebración de la "España negra", y, asimismo, en el inicio de una primera oleada de industrialización fabril, que ciertamente arraigó sólo en unas determinadas zonas del país, pero precisamente por ello generó un vistoso contraste con el resto bastante más atrasado al respecto. Este contraste y el rico venero de significaciones de lo "negro" no pasaron desapercibidos entre los artistas más sensibles y avanzados, lo que explica la abundancia de referencias pictóricas de las que se aprovecha la presente exposición.

LUZ DE GAS

'La noche y sus fantasmas en la pintura española 1880-1930'

Fundación Cultural Mapfre Vida. Avenida del General Perón, 40. Madrid

Hasta el 15 de enero de 2006

Los comisarios han graduado con hábil teatralidad la introducción de lo nocturno en este periodo, que tuvo como principales protagonistas, sobre todo, a los simbolistas y modernistas, lo que significa que nos encontramos con algunos de los nombres más sonoros del arte español, incluido el primer Picasso, que no en balde se comenzó a destapar en la Barcelona de aquellos años. Ni que decir tiene que, junto a éste, aquí aparecen Rusiñol, Casas, Zuloaga, Sorolla, Anglada Camarasa, Nonell, Regoyos o Gutiérrez Solana, pero también otras figuras muy interesantes, aunque no tan populares.

La graduación teatral, a la

que antes me he referido, consiste en iniciar el recorrido de la muestra a partir de un paisaje tardorromántico, de naturaleza crepuscular, para terminar con la representación de la noche alumbrada con la luz de gas, que, en nuestro país, siguió vigente, por lo menos, hasta la década de 1950. En cualquier caso, entre uno y otro momento, que aquí lógicamente se ha circunscrito aproximadamente a las fechas de la Restauración, llegando, a través de la dictadura de Primo de Rivera, a los albores de la Segunda República, la presencia en la selección de artistas catalanes o radicados en Cataluña es abrumadora y, obviamente, no del todo gratuita, no sólo por la importancia del comparativamente precoz desarrollo industrial de esta zona, sino porque allí se produjeron las mayores contradicciones y contrastes, entre ellos, el de la imprescindible acogida masiva de inmigrantes de todo el país.

Nos encontramos, así, pues, con una muestra de gran calado culturalista y social, que se contempla no pocas veces, con un seguimiento literario paralelo, lo que permite tocar y sacar provecho, como quien dice, de muy diferentes palillos. En este caso, además, la importancia antropológica del trasfondo, no desluce el calado artístico de la exposición, porque, como ya se ha apuntado con la simple relación de algunos nombres reunidos, contiene mucha calidad formal. Por último, señalemos que los cuadros elegidos no son los de siempre, algo muy a tener en cuenta en un momento que ha sido reiteradamente tratado en múltiples convocatorias durante los últimos veinticinco años.

'Niña y farolillo', de Lluís Graner Arrufí.
'Niña y farolillo', de Lluís Graner Arrufí.

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