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Columna
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'Alonsanfán'

El profesor Debatini está de nuevo entre nosotros. Especula sobre el comportamiento violento de los jóvenes que se rebelan en las ciudades de Francia. La sociedad y los medios de difusión, perplejos. Será porque no han visto películas de Bertrand Tavernier; o porque no han mirado nunca a los ojos a los franceses de los barrios marginales. Profesor Perplejini, maestro Debatini: seamos serios. ¿De verdad pensaban que nadie, nunca, iba a levantarse? ¿Ni siquiera en Francia, la cuna de la Contestación (gran palabra del 68, infórmense sobre su sentido), de la Comuna, de la Revolución? ¿Creían que el Sistema (otra definición de entonces) no despertaría ira?

Llegados a este punto, Perplejini pregunta a Debatini (angustiados los dos): ¿Y quiénes son? ¿Son blancos, son negros, son café con leche? ¿Son islamistas o islámicos, musulmanes o musulmánicos? Etiquetemos, empaquetemos.

Y además, dice Debatini, carecen de ideología. No pertenecen a sindicatos, ni votan. Un momento: en estos tiempos, quemar un coche en vez de robarlo es una prueba de ideología tan sólida y válida como la que supone llamarles chusma. En mi opinión, mucho más prometedora. Quizá no los queman porque no pueden tenerlos, sino porque odian lo que representan.

Frente a la violencia de sus métodos, nosotros preferimos la calma sistemática, el estilazo a fuego lento con que se les viene negando aquello que se les prometió (liberté, égalité, fraternité) en las escuelas que ahora también incendian. Nos va más el savoir faire con que se les viene cancelando, a estos jóvenes hoy airados y revueltos, a esta chusma, toda posibilidad de esperanza, de futuro. La derecha que gobierna en Francia recortó los subsidios destinados a obras sociales hasta extremos exasperantes, pero lo hizo con guante de seda, con implacable finura. En esos barrios el paro entre los jóvenes alcanza el 40%, el doble que en la población francesa normal. Ya antes, la izquierda gobernante los había considerado carne de subsidio.

¿Puede ocurrir aquí también? El mundo entero tiene el culo al aire. La tortura se deslocaliza como las fábricas y el empleo se subcontrata como la tortura. Algún día algunos no lo van a soportar más. Allons, enfants.

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