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Hollande logra un amplio apoyo como líder del socialismo francés

La moción del primer secretario obtiene la mayoría de cara al congreso

El primer secretario del Partido Socialista francés (PS), François Hollande, mantendrá con toda seguridad el control de la formación después de que su moción al congreso extraordinario que tendrá lugar el fin de semana del 18 al 20 de noviembre obtuviera entre el 56% y el 57% de los votos de los militantes. La apuesta de Hollande de renunciar a la dirección del partido si no obtenía la mayoría absoluta dio resultado.

Su gran rival, el ex primer ministro Laurent Fabius fue el gran derrotado. Su moción tan solo obtuvo un 17% de los sufragios. Algo mejor parados salieron los renovadores de la corriente Nuevo Partido Socialista (NPS), encabezados por el diputado Arnaud Montebourg, que lograron el apoyo del 24% de los militantes. Las otras dos mociones, Socialismo liberal y Utopía, de carácter testimonial, se llevaron el restante 2%. Hollande cierra así el debate sobre la línea del PS antes del congreso y se evita la costosa y problemática negociación con las otras corrientes que hubiera debido integrar en la Ejecutiva de no haber mostrado ayer su fuerza entre la militancia.

El temor a que una baja participación pudiera poner en peligro la consolidación de la actual dirección del partido se disipó rápidamente. Un 80% de los 127.414 militantes con derecho a voto acudió a las urnas. Pasada la medianoche los resultados marcaban una tendencia prácticamente definitiva.

Hollande contaba con el apoyo del ex primer ministro Lionel Jospin y de importantes dirigentes como el que fuera titular de Economía Dominique Strauss-Kahn y el ex ministro Jack Lang. El NPS, además de Montebourg y el diputado europeo Vincent Peillon, había integrado al también ex primer secretario del partido Henri Emmanuelli.

El enfrentamiento reproducía la batalla interna que desgarró al partido y dejó una enorme brecha, aún abierta, durante la campaña por el referéndum de la Constitución Europea en mayo. Por un lado la actual mayoría, que sometió a votación interna la postura a tomar por el partido, y que consiguió un apoyo de cerca del 60% en favor del sí, y por otro la de quienes se rebelaron e hicieron campaña por el no, con Fabius y Emmanuelli como figuras más emblemáticas.

El rechazo de los franceses a la Carta Magna europea y la lección del fracaso de las elecciones presidenciales de 2002, donde Jospin quedó fuera de la segunda vuelta en buena parte debido a la dispersión del voto hacia las formaciones de extrema izquierda, están en el origen de las apuestas de Fabius y el NPS. Hollande, por el contrario, ha demostrado que cuenta con el apoyo de las bases socialistas, donde todavía dura la indignación contra quienes traicionaron la decisión mayoritaria del partido.

Fabius aseguraba ayer que lo que está en juego en el Congreso de Le Mans es "una elección entre el cambio y el inmovilismo". El ex primer ministro con fama de liberal se ha reconvertido en el adalid del ala izquierda del PS y se presenta como el único capaz de aglutinar a toda la izquierda, con constantes guiños a los votantes de la extrema izquierda. "Hay una línea claramente a la izquierda y otra difusa", dijo.

Hollande, por el contrario, juega la baza de una izquierda que quiere gobernar y que está obligada a ser realista y no vender utopías irrealizables a sus votantes. La revuelta que viven los barrios marginales de Francia podría jugar a su favor. "Estamos en un momento en el que el fracaso de la derecha es patente", dijo ayer, "y en este momento hay que demostrar que es posible una alternativa".

El líder de los socialistas franceses, François Hollande, el pasado agosto.
El líder de los socialistas franceses, François Hollande, el pasado agosto.REUTERS

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