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Reportaje:

Un traje a medida

Dani Pedrosa estrena en Cheste la nueva Honda de MotoGP concebida para sus aspiraciones

Oriol Puigdemont

Dani Pedrosa y la Honda RC211 V de MotoGP se conocieron ayer, de manera que no es extraño que se trataran con calma y una cierta protección, con la lluvia de por medio. Si bien la primera toma de contacto entre ambos tuvo lugar hace un año, también en el circuito valenciano de Cheste, el encuentro fue entonces como una recompensa por el título mundial recién cosechado por Pedrosa, el primero en 250cc. Pero las pruebas que el piloto catalán llevó ayer a cabo y que hoy repetirá ya van más en serio. Acicalado con un mono rojo chillón, de tonos azules, y a los mandos de una máquina totalmente negra por exigencias contractuales con su anterior patrocinador, Pedrosa saltó al asfalto del circuito Ricardo Tormo por primera vez como piloto oficial de Honda Racing Corporation, el considerado por muchos como el equipo más potente del paddock, minutos después de las diez y media de la mañana. En su primera incursión en el abrasivo cemento valenciano, el español giró tres veces y se recogió en el box no sin dificultades. Un mar de medios de comunicación abarrotaban el exterior de su taller mientras 13 personas le aguardaban en el interior. Nada más descabalgar, nueve de ellas le recibieron formando un corrillo alrededor de quien está llamado a devolver el cetro de campeón del mundo a la marca del ala dorada, huérfana de títulos desde que Valentino Rossi se pasara a Yamaha en 2004. Tras unas modificaciones en la moto, vuelta a la pista. Y así a lo largo de los 250 kilómetros (62 vueltas) que rodó ayer Pedrosa.

El primero en recibirle fue, como siempre, su manager Alberto Puig, su sombra, guía y referencia. Con la palma de la mano izquierda abierta hacia arriba a modo de asfalto, Pedrosa movía la derecha para expresar lo transmitido por los 250 caballos que poseen las entrañas del motor japonés. Los técnicos preguntaron, asintieron y le explicaron a Pedrosa, cómo debía entender los secretos del arma que deberá hacer suya. Y así una y otra vez. Atentos, Mike Leitner, el jefe de mecánicos que Pedrosa se ha llevado consigo de la etapa en el dos y medio, y Josep Manel Allende y Jordi Prados, telemétrico y mecánico respectivamente, observaban oreja en ristre. Junto a ellos, y además del técnico de suspensiones del equipo, nueve personas más arroparon a Pedrosa cada vez que le mostraron la pizarra con el vocablo PIT que le indicaba el camino de los talleres.

"Es muy pronto para saber cuánto tiempo deberemos esperar para conocer la moto", afirmó Pedrosa, consciente de lo que significa recalar en la formación más poderosa del paddock. "Hay que ir poco a poco. Lo que está claro es que quiero aprovechar la oportunidad que se me ha planteado en el mejor equipo", abundó el piloto. La puerta que justo ha comenzado a entreabrir Pedrosa esconde una nueva dimensión, desconocida para el tricampeón del mundo. "Todo es muy nuevo. La experiencia que he acumulado hasta ahora me servirá, eso seguro, pero será más adelante", apostilló el piloto catalán que, a pesar de no ser ayer significativo, firmó el séptimo mejor registro, a un segundo del mejor tiempo conseguido por su nuevo compañero, el estadounidense Nicky Hayden.

Igualmente ilusionados que Pedrosa se mostraron Sete Gibernau, que se subió por vez primera a una Ducati; Toni Elías, que se estrenó con la Honda del equipo de Fausto Gresini; y Casey Stoner, que oficializó su salto a MotoGP de la mano de Honda Sito Pons, equipo al que regresa Carlos Checa.

Dani Pedrosa, ayer en Cheste, con la nueva Honda RC211V de MotoGP.
Dani Pedrosa, ayer en Cheste, con la nueva Honda RC211V de MotoGP.REUTERS

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