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Columna
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Aritmética

La Comisión Política del PCPV-PCE advierte a EU, y, de paso, a quienes en ella o fuera de ella animan un pacto electoral entre EU y el BNV para las próximas autonómicas, de que la pura aritmética no es una razón política para concertar alianzas electorales y que las coaliciones que el PCPV estima coherentes son las programáticas.

Nada que objetar al propósito autista de quienes todavía sueñan con reagrupar a la izquierda del PSOE en un proyecto capaz de condicionar las políticas progresistas aquí y en el resto del Estado, porque el voluntarismo se expende gratis en política.

Hasta aquí se trata de un argumento de supervivencia, propio del PCE desde que empezó a digerir que su tiempo político había pasado y que sólo participando en la refundación de la izquierda podía jugar el papel que antes sospechó que llegaría a tener en la emergente democracia. Pero los hechos son tozudos, y lo que parecía impensable comienza a ser más que probable para las expectativas electorales de futuro de la plataforma que animan los comunistas cada vez con mayores contradicciones y no menos importantes divisiones internas.

En efecto, de encuestas recientes, comparadas con las realizadas entre 2001 y 2003, se deduce que la intención de voto a EU está por lo menos 1,5 puntos por debajo del porcentaje que obtuvo en las autonómicas de 2003, lo que aboca a pensar que con sus solas fuerzas difícilmente superará el 5% que le exige el EACV. Y eso, buena parte de los colectivos de EU lo saben.

De la misma manera, las expectativas del BNV son ahora menores que los resultados que obtuvo en las A03 (y que generales y europeas corroboraron), y sus dirigentes saben que aun incrementando las candidaturas municipales hasta 300 (con lo que EUPV no puede soñar, pues no llegará a las 153 de la Entesa del 2003), y suponiendo que la distancia del PP al PSOE se mantenga (más que probable a la vista de las encuestas), ni siquiera el hecho de que cuando menores son las expectativas del PSPV, mayores las del BNV, se asegura superar el listón electoral.

Si además se tiene en cuenta que la barrera electoral constituye una guillotina para el pluralismo democrático, creer, como afirma el PCPV, que la pura aritmética no le interesa es desconocer que, por una parte, su proyecto político anda deliberadamente hacia la nada (¿cuántos colectivos más se van a ir al PSOE antes o después de las A07?), y por otra, que la barrera es un instrumento solvente para hurgar en la crisis de las minorías. Esto último sería motivo suficiente para que una alianza contra el sistema electoral fuera no sólo ética sino políticamente productiva. Porque, además, ¿es que alguien cree que el tercio de votantes centristas del BNV que no quieren programa común aceptan de buen grado la mera coalición aritmética con EU?

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Cuando la aritmética es, además, una baza para enfrentarse con éxito a la combinación de agotamiento de proyectos (independientemente de cuáles sean las causas) y efectos contundentes de la cláusula (antidemocrática) de exclusión, esgrimir purismos patéticos es abocar al fracaso la débil esperanza de permanecer en la escena política.

Otra cosa es, que tampoco el BNV sea demasiado consciente de que no puede esperar con los brazos cruzados a que le caiga la breva, sin acabar de asumir que su proyecto quizás también está peligrosamente cerca de la liquidación.

Porque el tiempo no perdona; y las oportunidades se agotan.

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