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Crónica:FÚTBOL | Décima jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Sin gol, nadie queda contento

Sevilla y Atlético empatan en un encuentro en el que ninguno supo marcar

El gol en el fútbol se ha comparado a lo que la cima supone para el alpinista, al clímax entre los amantes o, incluso, con un anticipo del paraíso en el que cada cual crea. Para este partido es más útil la más simple de sus concepciones. El gol es el objetivo de la práctica del fútbol y sin él -o ellos- nunca un encuentro estará completo. Si el Sevilla hubiera logrado ayer marcarle un gol al Atlético, probablemente se hablaría de un trabajo bien hecho por parte de los de Nervión. Sobre este punto no merece la pena comentar nada del Atlético que bastante follón tuvo intentando que no le metieran un gol, como para buscarlo para sí.

Llegaba el Sevilla en plena bonanza. De la mental, de la que mejor sienta. Tras golear al Besiktas (3-0) en la Copa de la UEFA y sumar siete jornadas sin perder en Liga, el Atlético, por historia y potencial, era el contrincante ideal para que se dejara de hablar de una buena racha y se pasara a hacerlo de un buen conjunto.

SEVILLA 0 ATLÉTICO 0

Sevilla: Palop; Alves, Javi Navarro, Aitor Ocio, David Castedo; Sales (Kepa, m. 61), Maresca, Renato, Adriano (Puerta, m. 76); Kanouté y Saviola.

Atlético: Leo Franco; Velasco, Pablo, Perea, Antonio López; Maxi Rodríguez, Zahínos, Gabi, Petrov (Ibagaza, m. 92); Kezman (Mario Suárez, m. 88) y Torres.

Árbitro: Mejuto González. Amonestó a Zahínos, Gabi y Pablo.

Unos 30.000 espectadores en el Sánchez Pizjuán.

Con máscara de solidez, los sevillistas tantearon durante un cuarto de hora largo a los atléticos. Muchos balones largos para Saviola, que es una táctica aparentemente contraria al éxito, pero que, aunque el argentino no tocara ni una de esas pelotas, sirvió para analizar las posibilidades de sus contrarios.

Tras los pelotazos científicos, el Sevilla decidió que lo que le convenía era que el balón rodara. No hacía falta ningún doctorado para darse cuenta de que el Atlético se componía de una defensa rápida disciplinada e inteligente; una línea de mediocampistas inseguros que prefería cobijarse junto a los zagueros que intentar una jugada, una combinación, un triángulo rectángulo, isósceles o escaleno, lo que fuera; y los tres atacantes, a los que no se conoció hasta la segunda mitad del enfrentamiento.

Para tocar, el Sevilla se desplegó en una formación que bien podría definirse como un círculo. Maresca era el centro del juego del conjunto, los laterales se adelantaban y los interiores nunca llegaron a ser extremos. A pesar de que perdían exactitud cuanto más cerca se encontraban de la portería que buscaban golear, los sevillistas protagonizaron buenos momentos de fútbol.

Quizá lo mejor fue una serie de triangulaciones que arrancó con un pase de David a Renato, que a su vez conectó con Alves, que se la dio a Maresca para que éste se la pasará a Kanouté, quien se la devolvió al italiano y que esté reenvió al africano dejándolo en óptima situacion para chutar a gol. Kanouté lo hizo, pero contra la pierna de su marcador.

Maresca trabajó con una efectividad pasmosa. Incluso estuvo a punto de marcar en dos ocasiones. En la primera mitad ejecutó una falta al borde del área atlética y colocó la pelota en la escuadra izquierda de la portería de Leo Franco, que evitó el gol con una preciosa estirada. Cuando quedaba aún media hora de juego, Alves le lanzó un pase largo al área que el italiano cabeceó manso a las manos de Leo Franco. Maresca fue la cabeza y el corazón del equipo, que acabó por hacérsele largo. Como a todo su equipo.

El Atlético disparó a puerta por primera vez en el minuto 10 de la segunda parte. Alves se atolondró como sólo sabe atolondrarse él y le dio un magnífico pase a Torres, por una vez en ventaja sobre su marcador, Javi Navarro. El delantero madrileño pasó a Kezman que corría frente al área sevillista y éste tiró durísimo en lo que parecía gol, hasta que Palop llegó volando.

Gracias a este acción supo el público que Torres y Kezman estaban jugando este partido. Petrov se había hecho notar antes por su bronca, sin sentido ni beneficio para él o su equipo, con Alves.

El Atlético fue un conjunto muy desconjuntado. No existió ayer sentido alguno de la transición, ni pareció que sus futbolistas hubieran jugado juntos antes. Pero logró que no le metieran gol. El Sevilla lo intentó, en ocasiones brilló con su apuesta por el juego combinativo. Pero no supo marcar ni un sólo tanto. Ninguno cumplió el objetivo.

Pablo se lanza al suelo para arrebatarle el balón a Kanouté.
Pablo se lanza al suelo para arrebatarle el balón a Kanouté.GARCÍA CORDERO

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