Muestrario heterogéneo

Sexta edición del Festival de Investigación Artística Observatori. Pese a los contratiempos de última hora, las absurdas censuras y la proximidad de otro certamen de características similares como era el Greenspace, la sexta edición de Observatori se ha saldado con una más que aceptable afluencia de público. Su principal reclamo volvía a ser una programación musical que se abría el viernes tarde con la discretísima aportación de Maurice Fulton y Mutsumi Kanamori al frente de Mu. Su ramplona exhibición de house agreste quedaba compensada más tarde con la clase de los teutones Lali Puna, quienes siguen explotando el filón de su brillante Faking the Books. Rinôçerôse optaban luego por el sentido lúdico de una propuesta que ahora se ve realzada por una pléyade de extravagantes vocalistas entre los que tan sólo Mark Gardener (Ride) aporta algo de sobriedad. Su máximo crédito sigue siendo, pese al ocasional ropaje rockista, el sacar petróleo de la explotación inmisericorde del clásico bombo cuatro por cuatro del house ensamblado con repetitivos riffs de guitarra. Son, sin duda, una banda que parece diseñada para festivales.

Más sesudo fue el pistoletazo de salida de la jornada del sábado, con los germanos Funkstörung exprimiendo sus laptops en una línea acorde con las enseñanzas de sus paisanos Mouse on Mars. Las británicas Client tomaban el relevo esgrimiendo la académica frialdad de su synth pop de los 80, con un temario irregular al servicio de un discurso ya de por sí muy limitado, versión de Let's Dance (David Bowie) incluida. Aunque lo peor aún estaba por llegar: que los vulgares Cycle se hayan convertido en una de las revelaciones del pop estatal sólo se explica por las enormes tragaderas de un público medio que demuestra un nivel de exigencia ínfimo. Su ramplón electro rock de garrafa sólo tuvo la virtud de servir como prolegómeno para la actuación de los galos Experience, quienes presentaron un buen puñado de nuevos temas en un set tan visceral, entregado y abrasivo como de costumbre.