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Reportaje:REVUELTA URBANA EN FRANCIA

"No me atrevo a salir de noche"

Los vecinos de la barriada de Aulnay-sous-Bois acusan de la violencia callejera a las bandas

"Están quemando los coches de los pobres, de los que no podemos meterlos en un garaje ni tenemos un seguro a todo riesgo que nos pague el dinero que aún debemos". Quien así habla es un hombre de unos cincuenta años del barrio de La Rose des Vents, en la localidad de Aulnay-sous-Bois, el lugar más caliente de la periferia de París la noche del miércoles.

Lahj da vueltas en torno a lo que queda de su furgoneta Renault, un esqueleto de hierros calcinados de un extraño color blanquecino. "No queman los Mercedes y los BMW de los traficantes y de los jefes de las bandas, no. Ésos los tienen bien guardados".

Aulnay-sous-Bois, en el departamento de Seine-Saint Denis, tiene algo más de 80.000 habitantes, de los que cerca de 24.000 viven en el barrio de La Rose des Vents, curiosamente uno de los 25 de un reciente y publicitado plan piloto del Gobierno que debe buscar soluciones aplicables a las más de trescientas colonias formadas por grupos de torres de 15 o 20 pisos de altura con viviendas de 25 metros cuadrados -citès, en el argot francés- que viven al margen de la sociedad y a los que no llega ni la policía ni la ley. Pero si la semana pasada alguien hubiera preguntado cuál era la población más inflamable de la región, nadie hubiera apostado por Aulnay-sous-Bois, que no es ni de lejos uno de los lugares más deteriorados de la banlieue parisina, como tampoco lo es la vecina población de Clichy-sous-Bois. Sin embargo, entre las siete de la tarde del miércoles y las tres de la madrugada de ayer, en Aulnay ardieron 160 coches.

"Para qué reparar los cristales, si esta noche van a volver", dice el dueño de un negocio
La guardería está arrasada, como buena parte de las aulas de la escuela Neruda
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En una muestra clara de contra quién se dirige la ira, un grupo de unos cuarenta jóvenes consiguieron entrar en una comisaría de policía que estaba cerrada, destrozaron todo el mobiliario y escaparon después impunemente. Otro grupo de manifestantes obligó a detenerse al vehículo en el que viajaban tres periodistas de la cadena de televisión Antenne 2, les forzaron a abandonar el vehículo y le prendieron fuego, mientras éstos lo filmaban desde lejos, esquivando las piedras y demás objetos que les lanzaban.

Amina, una mujer de no más de 30 años, agarra con fuerza de la mano a su pequeña hija. La guardería está completamente arrasada. No queda nada. Una buena parte de las aulas de la escuela Neruda del barrio de Garonor, justo enfrente, también han sido pasto de las llamas. "Así no vamos a ningún lado", se lamenta. "Esto ya no tiene nada que ver con la protesta por la muerte de los dos chicos de Clichy", asegura, "ahora son las bandas que han ocupado el territorio. Vivimos aterrorizados, tras el atardecer no me atrevo a salir de casa, sólo escucho las sirenas y los gritos a través de la ventana".

Una mujer mayor, de cabellos blancos, intenta conservar la dignidad rodeada por los destrozos, pero finalmente estalla: "Me avergüenza este barrio, me avergüenza este país, no lo soporto más".

En una ancha avenida que antes fuera carretera general, el paisaje recuerda las repetidas imágenes de Bagdad tras uno de tantos atentados. Pierre es el dueño de una pizzería de la zona comercial de Aulnay. Su negocio ha sido completamente desvalijado y todo está destrozado, pero por suerte el fuego no ha llegado a prender. Ha decidido poner paneles de madera para sustituir los cristales rotos. "Para qué repararlos, si esta noche van a volver", explica con amargura.

El concesionario Renault, una enorme nave que albergaba tanto las salas de exposición como los talleres, aún humea. Una parte sigue en pie y parece intacta. En lo alto, bien aparcados, una serie de vehículos nuevos no han sido alcanzados por las llamas. Hasta un punto, porque otros han caído por el gran boquete que se ha abierto en el techo y parecen barcos naufragando.

El dueño del concesionario es un hombre destrozado. No se ha movido de allí desde que la policía le avisara a las once de la noche del miércoles. "¿Qué han conseguido con esto?", pregunta a quien se le acerca. "Dejar sin trabajo a buen puñado de familias, ésa es la verdad".

Un grupo de no más de 10 jóvenes encapuchados y con pañuelos que les cubrían la cara lanzó varios cócteles molotov contra la empresa concesionaria de automóviles. Los bomberos llegaron con rapidez, al mismo tiempo que Goudin.

"Podría haberse salvado", asegura consternado, "pero esos tipos empezaron a poner obstáculos frente a los camiones de los bomberos y les lanzaron contenedores ardiendo para impedirles llegar hasta aquí". Cuando finalmente llegaron, ya era tarde.

La seguridad en el barrio es un problema, reconoce Goudin, "sí, lo vivimos cada día, hemos aprendido a vivir con ello, pero es muy difícil trabajar aquí, los empleados tienen miedo...". En su opinión, el Gobierno tiene parte de la culpa, porque "retribuye demasiado bien a quienes no trabajan, tanto que casi no les sale a cuenta trabajar, por eso nacen estas bandas de delincuentes que no tienen nada que hacer".

Varios jóvenes observan cómo los bomberos tratan de apagar un coche incendiado por las bandas en Aulnay-sous-Bois.
Varios jóvenes observan cómo los bomberos tratan de apagar un coche incendiado por las bandas en Aulnay-sous-Bois.ASSOCIATED PRESS

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