_
_
_
_
Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Robert Pring-Mill, hispanista británico experto en Llull y Neruda

Vicente Molina Foix

Como tantos ilustres académicos asociados a las universidades de Oxford y Cambridge, Robert Pring-Mill, que acaba de morir a los 81 años, tuvo en un periodo de su larga vida contactos con el Ejército colonial y los servicios de inteligencia del Reino Unido; de hecho, su primera publicación, antes de convertirse en una autoridad mundial en Ramon Llull, fue la obra titulada Las tríadas chinas. En 1931, buscando un clima propicio para la quebrada salud del padre, la familia Pring-Mill se instaló en Mallorca, donde Robert, entonces con siete años, estudió en los jesuitas de Montesión, en Palma, y aprendió catalán.

Después de servir durante la II Guerra Mundial en India y Birmania, con el grado de capitán, se graduó en español en la Universidad de Oxford, que sería su permanente lugar de residencia y alma máter hasta el final de sus días.

Buen conocedor de la literatura catalana (presidió durante años la Anglo-Catalán Society) pero también del Siglo de Oro castellano (estudió al tratadista poético Pinciano y a Calderón de la Barca, objeto de su último libro, Calderón: estructura y ejemplaridad, de 2001), a partir de un primer viaje a América Latina en 1949 Pring-Mill dedicó gran parte de sus estudios académicos y enseñanzas a la poesía de aquel continente, volcado primero, y de forma intensa y sostenida, en la obra de Pablo Neruda, y ampliando después su interés a Ernesto Cardenal y otros poetas y bardos populares de menor relevancia.

Tuve la suerte de conocer y tratar a Pring-Mill en los años de mi estancia en Oxford (a fines de la década de los setenta) como profesor del Departamento de Español en el que Robert ya era una figura sénior, compartiendo con él muchas clases de traducción literaria (marcadas por su extraordinaria minuciosidad lingüística), ceremoniosas high-tables en su colegio, Saint Catherine, y alguna que otra velada más familiar en su domicilio.

Hablaba siempre con voz meliflua y levemente tenebrosa, que a mí, también alumno de los jesuitas, me recordaba la manera suave aunque retorcida de esos religiosos. Pero su personalidad tenía otros perfiles: algunos profesores de su edad le recordaban, en el Oxford de la segunda mitad de los años cuarenta, asistiendo de alumno a las clases con capa española y bastón de ébano, mientras que, siendo él devoto católico y en la política doméstica muy conservador (admiraba y votaba a la señora Thatcher), nunca cejó en el empeño de difundir la poesía más política de la izquierda.

Su fastidiousness (que aquí traduciríamos por examinación quisquillosa) a la hora de juzgar cualquier texto literario hizo que Neruda, amigo personal de Robert y de su mujer, Brigitte, le llamase en privado Roberto Pero.

En los años en que solía verle, Robert trataba -casi siempre en vano- de inculcarme su aprecio por la música de los cantautores latinos, no todos a la altura de sus admirados Víctor Jara y Violeta Parra. Pero sí aprendí a conocer mejor, gracias a sus profundos conocimientos, la obra de Neruda y Cardenal, a quienes tradujo abundantemente al inglés.

Su trabajo como prologuista y traductor de las literaturas hispánicas tuvo un reconocimiento temprano de parte de Gerald Brenan, que le citó elogiosamente en su obra La literatura del pueblo español, así como muchos galardones oficiales, entre los que destacan la Medalla de la Presidencia de Chile (2004), el Premi Catalònia en 1991 y la Cruz de Sant Jordi de la Generalitat Catalana en 1990.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_