Perspectiva
A estas alturas del siglo (debe ser que escribo desde los antípodas o el exilio), nuestro país vive cautivo de su propia memoria, de perdones y concesiones, de la falta de perspectiva, de discursos apologéticos, de intereses encontrados, de pasarelas ideológicas de temporada; no es una sorpresa en los tiempos que corren. Apelar a la emoción artificial de las nacionalidades es creer en la posibilidad de obtener beneficios particulares de los experimentos conceptuales de otros siglos, y debería ser moneda fuera de curso, pero quienes trafican con ella saben del amplio margen de beneficio. Decodificadores de identidades nacionales, una profesión para el futuro en una nación de naciones, tan necesitado de ellas.
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