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Reportaje:

Un imperio del buen hacer

Baleares y Cataluña, las más solidarias con la Fundación Vicente Ferrer, que trabaja con los más pobres de la India

Blanca Cia

Un niño indio de 15 días con unos increíbles ojos azules está con su madre en una cama. Es una habitación con una decena más de camas y en ellas otras tantas mujeres con sus bebés. Están convalecientes de la ligadura de trompas que les acaban de practicar en el centro de planificación familiar de Anantapur. Es uno de los buques insignia de la Fundación Vicente Ferrer en ese distrito del Estado de Andrha Pradesh, al sur de la India, donde se estableció el ex jesuita con su mujer, Ana Ferrer, en 1969. Treinta y seis años después, la fundación se ha convertido en una formidable organización de ayuda al desarrollo de la segunda zona más desértica de la India. El patriarca, el catalán y ex jesuita Vicente Ferrer, tiene ya 85 años, y junto con su mujer y su hijo, Moncho, no cesan de pensar en incrementar sus programas de acción. "Pero, sobre todo, en mantener lo conseguido. No nos podemos ir", asegura Ferrer. Genio y figura.

Barcelona ha aportado 156.000 euros a diferentes programas de ayuda

Su radio de acción es Anantapur, un distrito de 20.000 kilómetros cuadrados en el que viven cuatro millones de personas, de las que la fundación atiende a dos millones: los más pobres, los intocables, el escalón más bajo del sistemas de castas de la India, que está abolido, pero que sigue en pleno vigor.

Dispone de 1.500 trabajadores y 1.500 colaboradores en el territorio, y una red de 80 comadronas distribuidas por los pueblos. Esta compleja organización descansa fundamentalmente en las aportaciones de las familias que apadrinan niños indios. Con 18 euros al mes, se cubren casi todas las necesidades y hasta se genera un remanente. Son 120.000 niños los apadrinados, muchos de ellos por familias catalanas: "Las primeras grandes muestras de solidaridad procedieron de Cataluña", recuerda Ferrer. Además, de los apadrinamientos, las instituciones -sobre todo comunidades autónomas-, las aportaciones de ciudades y donativos de particulares generan los ingresos de la fundación, que en 2004 movió unos 30 millones de euros. Un paseo por los pasillos del hospital de Batalapali -un complejo de 170 hectáreas en el que hay escuelas para disminuidos y talleres- da idea de la solidaridad con placas de agradecimiento. Barcelona ha aportado 156.000 euros a diferentes programas desde 2000. Baleares y Cataluña son las comunidades más solidarias.

"Mañana [por hoy] vienen dos médicos y una enfermera de Barcelona", explica Ana, que acompaña en la visita al alcalde de Barcelona, Joan Clos. Al principio atendían directamente a los pacientes, "pero ahora forman a los médicos de aquí". Tienen cuatro hospitales, el más grande con 110 camas y 23 médicos, y un registro de 100.000 pacientes. Las enfermeras son 85. "Hemos creado una escuela de enfermería", prosigue Ana Ferrer.

La familia Ferrer ha sido la artífice de múltiples programas de ayuda. Del primero, alimentos a cambio de hacer pozos de agua cuando se establecieron, al específico de la mujer y el de atención a los disminuidos, iniciado en 1987. En ese Estado hay 20.000 minusválidos, el 0,5% de la población. Recientemente la fundación se han centrado en la construcción de viviendas. En cinco años han levantado 15.000 -casas de planta baja con dos habitaciones y un pequeño porche- y para 2006 tienen programadas 5.000. "Es lo que más nos demandan", explica Moncho, el hijo de Ferrer y continuador de la labor de la fundación. Cada casa cuesta 1.200 euros.

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La actividad de la fundación, que pasó momentos críticos con la expulsión de su fundador del Estado, es bien vista en los últimos años por el Gobierno indio. Han pasado de la desconfianza a la subvención, aunque parca, de algunos programas. Por ejemplo, con un euro por ligadura de trompas. Han realizado 5.000 y la media es de 50 al día. Las operaciones se realizan con anestesia local en un quirófano en el que entran tres mujeres simultáneamente, tres minutos y ya está. "Normalmente las hacemos cuando ya han tenido tres hijos, 15 días después del último parto", explica Ana.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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