Elogios y celebraciones
El título de la sorprendente última antología poética de José Jiménez Lozano sirve de encabezamiento a este comentario que, por encima de todo, trata de elogiar y celebrar la madurez de un artista singular, Enrique Viana, que no solamente ha encontrado un camino a su medida en la combinación de bel canto, cabaret, humor, divulgación lírica, teatro y variedades, sino que ha llevado su asimilación e inventiva de este personal e inclasificable género a un punto de destreza verdaderamente asombroso.
El espectáculo Tenor, vivo... y al rojo ha rodado antes por Toledo, Santander y Sevilla, y en diciembre recalará en el Teatro Real. Su paso por el auditorio de la Fundación Canal, ante un público popular, que llenaba hasta el último rincón de la sala y había propiciado una considerable lista de espera, resultó revelador. Y no solamente por la reacción apoteósica, con los asistentes puestos en pie como un resorte desde la última palabra, sino por la intensidad, la emoción, el grado participativo o la permanente sonrisa con que se vivió esta loca jornada, que dirían Mozart o Beaumarchais.
Tenor, vivo... y al rojo
Espectáculo de Enrique Viana (guión original, dirección, tenor y actor). Con Manuel Burgueras (piano y actor). Obras de Donizetti y Wagner, entre otros muchos. Auditorio de la Fundación Canal. Madrid, 27 de octubre.
Enrique Viana, en efecto, ha encontrado su camino, que trasciende y supera los del canto o la pedagogía, por citar dos de sus especialidades, para centrarse en el sentimiento teatral, en la reflexión lúcida o en la capacidad de hacer reír, llorar o soñar a través de sus actuaciones. Su parodia de Lohengrin, de Wagner, por ejemplo, a través de Flor de té, es, sencillamente, descacharrante. O su primer número vestido de mujer, o...
Pero el espectáculo es mucho más que una excusa para la diversión. Tiene ternura, pensamiento, melancolía, un humor conceptual muy atractivo, picardía, toques de comedia musical, imaginación en el vestuario y, sobre todo, tiene vida, alegría, desparpajo.
Canta Viana mejor que nunca cuando se calienta y actúa estupendamente. La réplica que le da Manuel Burgueras desde el piano, cantando o dialogando con el tenor, es fantástica. Viana da un salto cualitativo y consigue, sin duda, el mejor espectáculo de su carrera, el más inquieto, el más equilibrado, el más profundo, el más sutil, el más genial, el más ganso. Los elogios y celebraciones están más que justificados.
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