El Koldo Mitxelena rinde homenaje póstumo a Raúl Urrutikoetxea
La retrospectiva suma 68 cuadros y diez esculturas del artista
"Me siento como un voyeur que pasea por la ciudad y se deja atrapar por los detalles que llaman mi atención", decía Raúl Urrutikoetxea (San Sebastián, 1962-2002), quien se reconocía como pintor realista figurativo. El centro cultural donostiarra Koldo Mitxelena le rinde ahora homenaje con una retrospectiva de su trabajo, que reúne casi 80 obras realizadas entre 1984 y el año de su muerte.
Urrutikoetxea falleció repentinamente el 25 de septiembre de 2002, con sólo 40 años. La exposición que le dedica el Koldo Mitxelena supone un regreso a su tarea a través de 68 pinturas y diez esculturas. De ahí el título de la muestra: Ida y vuelta, que arranca en 1984 con un autorretrato. Luego recorre cronológicamente la trayectoria del pintor, quien se centró sobre todo en el paisaje y la arquitectura. San Sebastián y Bilbao eran su principal entorno y rincones de ambas ciudades figuran en sus cuadros.
El artista no se limitaba a plasmar "una representación fotográfica de algo", sino que volcaba "su alma" en la obra, resaltó ayer Ana Salaverría, responsable de la sala de exposiciones del centro y comisaria de la muestra junto a Amaia Olloquiegui, viuda del pintor. "Era un hombre que reflejaba la realidad con una visión muy particular. El uso que hacía de los colores te lleva a descubrir unos volúmenes, una quietud, un silencio y una melancolía que no son simplemente una descripción de lo que estaba viendo", insistió Salaverria.
Durante mucho tiempo, Urrutikoetxea recurrió a la escultura y a la figura humana como "un ejercicio didáctico", como "una relajación", más que como parte habitual de su quehacer artístico, apuntó Olloquiegui. En cambio, en su última época, prestó mayor atención a ambos elementos. Cuando murió estaba preparando una exposición de pinturas en las que la figura humana en movimiento se erigía en protagonista y había empezado también a experimentar con la fotografía digital, de la que se valía para representar arquitecturas imaginarias.
Parte de esta última producción, alguna inacabada, se puede ver desde ayer en el centro donostiarra. Otra parte luce desde hoy en la galería donostiarra Arteko (Secundino Esnaola, 3), que ha querido sumarse al homenaje del centro cultural mostrando la obra más desconocida de Urrutikoetxea. Bajo el título Sueños de autor, expone trabajos inéditos, como una serie de esculturas en bronce, acuarelas y dibujos sobre papel y madera. Se detiene también en su obra gráfica y sus series fotográficas.
Fernando Golvano y Jesús María Cormán han escrito los textos del catálogo de Ida y vuelta, una muestra que compartirá sala hasta el próximo 7 de enero con la propuesta abstracta de la madrileña Rosa Brun, quien se confiesa influida por la obra del estadounidense Mark Rothko.
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