Eduardo Haro Tecglen
Afortunadamente, el mundo de la prensa no registra pérdidas tan sensibles como la que ha sonado con notorio estropicio al tener noticia de que Eduardo Haro, el Eduardo de la prensa, la radio, la dirección de periódicos, la pelea en los "años de plomo", nos ha dejado. Todo el mundo ha sufrido un dolor que nadie descontaba en vida. Eduardo Haro ha sido una institución casi sin rival en un mundo cada vez más adormilado. Somos muchos los que hemos aprendido el arte de destilar bosquejos, retratos inimitables, incitaciones al pensamiento libre. Hoy son muchos, y así lo escriben, que manifiestan una especie de adicción a los textos de Eduardo. ¿Cuánta gente ha escrito su costumbre, adquirida hace más o menos años, que consistía en leer EL PAÍS comenzando habitualmente por una esquina? Y así múltiples costumbres que en Eduardo revistieron las mañanas sabatinas en A vivir que son dos días.
Cara al futuro inmediato sostengo la fuente de información y de sugerencias que, arrancando de El niño republicano, del Arde Madrid o el Ser de izquierdas, servirán para una imprescindible narración de la superficie y las entretelas de la Segunda República; un periodo de la Historia de España que, como ha dicho José Luis Sampedro, fue asesinado en 1936. Para esta revisión, el maestro Eduardo Haro se revelará como una fuente histórica insustituible.
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