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Reportaje:

Un barrio sobre un gran hueco

Los vecinos de la Estació de Sallent ven con indignación cómo cede el suelo de sus casas

La inquietud que sienten desde hace mucho tiempo los vecinos del barrio de la Estació de Sallent (Bages) por la amenaza que representan las minas de sal abandonadas que tienen bajo sus pies, se ha transformado en miedo e indignación. Hace más de 10 años que se tiene constancia de que el terreno se está hundiendo y de que todo el barrio, construido sobre un gran hueco, está sentenciado. Pero el susto del lunes, cuando se supo que el suelo había cedido seis centímetros en sólo 40 horas -en un año el hundimiento solía ser de cinco centímetros-, hizo evidente el peligro.

Justo encima del socavón vive Carmen Carmona, que hasta hace un año no había notado nada. Según los técnicos, las viviendas situadas sobre la mina descienden de forma compacta y son las de los extremos las que, al inclinarse, presentan las mayores grietas. Después de lo ocurrido el lunes, Carmona tiene la maleta a punto. "Si oigo un crujido de noche, ¿tengo que salir a la calle por si acaso?", se pregunta. "Esto no es vivir", añade.

"Voy al psiquiatra y tomo medicamentos para dormir", dice la vecina Ana Martínez
"Si oigo un crujido de noche, ¿tengo que salir a la calle?", se pregunta Carmen Carmona

En el barrio había tiempo atrás unas 300 familias. Un centenar ya lo han abandonado por el peligro de derrumbe de sus viviendas, los últimos durante el verano de 2004. Dos solares en la calle de Comamala Poal son el único rastro que queda de dos antiguos bloques de pisos. Actualmente quedan 198 familias, siempre con el desasosiego en el cuerpo. "El lunes por la noche estaba viendo la televisión y oí que caían escombros entre mi bloque y el de al lado", explica Rosa Gordillo, vecina de la calle de València, mientras muestra una gran grieta que separa las dos viviendas anexas. "Desde hace años siempre hemos comentado que nos íbamos abajo con los mineros", una broma que, por su dramatismo, no se hacía estos días, señala Ana Martínez. Las grietas son una constante en su casa, cuyo suelo se ha separado cinco centímetros de un tabique. El miedo no la deja descansar por las noches: "Voy al psiquiatra y tomo medicamentos para poder dormir. He pensado en marcharme, pero no dispongo de medios para hacerlo".

Buena parte de los habitantes, originarios del sur de España, se instalaron en el barrio en 1950 y 1960. Muchos acudieron a trabajar a las minas. "Son casas hechas por pobres, pero bien hechas", asegura José Fernández, vecino de la calle de Tarragona. Explica que, como tantos otros, trabajó duro para lograr una jubilación tranquila y un patrimonio que ahora pende de un hilo.

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Sergio Hernández, que tiene un bar y una casa en la zona, acusa a la Administración de "meter el miedo en el cuerpo a los vecinos para que firmen el realojo a cualquier precio".

La Generalitat ha convocado a los vecinos para el día 4 de noviembre a una reunión en la que podría plantear una oferta de realojo e indemnizaciones. "Nos ofrecen 800 euros por metros cuadrado, cuando nosotros pedimos 1.200 para las personas que viven en los pisos", explicó el secretario de la Asociación de Vecinos de la Estació, José Antonio Márquez. Según esta asociación, "la culpa es del Ayuntamiento, que dio las licencias de obras, y de la Generalitat, que permitió construir conociendo el problema".

Pese a que en 1995 el conflicto salió a la luz pública, el Ayuntamiento no suspendió las licencias de actividades y obras hasta 2004, según la alcaldesa, Mireia Cortès, de Esquerra Republicana (ERC), que responsabiliza de ello al Gobierno de CiU. Ahora "el barrio debe ser totalmente desalojado", subraya Cortès, que añade: "Los que no quieran marcharse por tener casas bonitas sin ninguna grieta también deberán hacerlo, deben hacer caso a los geólogos y nosotros tenemos la responsabilidad política de evacuar el barrio".

Joan Batlle, cordinador de Vivienda de la Generalitat, acusa de prevaricación al anterior Gobierno, de CiU, ya que, afirma, dio permisos para construir en el barrio con la condición de que los propietarios firmaran un escrito en el que eximían al consistorio de culpa en caso de siniestro.

El consistorio ha empezado a negociar con los propietarios de las viviendas, "lo menos costoso" económicamente. El Ayuntamiento de Sallent prevé instalarlos en nuevas viviendas que se edificarán en el centro del municipio, en unos terrenos que no quiere dar aún a conocer por estar cerrando tratos con el sector privado. No obstante, los bloques tardarán un año y medio en construirse, tiempo durante el cual los vecinos seguirán en el barrio bajo la amenaza de otro susto como el del lunes. En caso de incidencia, la alcaldesa asegura que los medidores de los movimientos de las placas instalados por el barrio detectan las anomalías y dan un margen de tiempo para activar el plan de emergencia de evacuación, que, si bien no está aprobado todavía, señala que todos los vecinos deben dirigirse al recinto de un instituto, algo que ayer nadie veía claro: "el instituto está en el mismo barrio", comentó más de uno. La redacción de este plan, encargado a la Generalitat en 2004, finalizará en diciembre.

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