Problemas de identidad
El Deportivo de Joaquín Caparrós no gana desde la segunda jornada y algunos de sus futbolistas cuestionan el estilo de juego
Tras un verano de luna de miel, a Joaquín Caparrós le ha llegado su otoño cargado de miserias cotidianas. Nada más instalarse en A Coruña, el pasado mes de julio, el entrenador sevillano se metió en el bolsillo a la plantilla del Deportivo, ansiosa por quebrar las rutinas de los siete años de Javier Irureta. Con Caparrós se acabaron las concentraciones y la música reemplazó a los padrenuestros en el vestuario del Depor. Pero también cambió el estilo de juego. Y, una temporada más, la plantilla volvió a debilitarse. Cuatro meses después, Caparrós ya ha afrontado las críticas veladas de algunos futbolistas, que transmiten la sensación de un equipo en busca de una nueva identidad.
Cada lunes, el entrenador sevillano tiende un diván sobre el césped de los campos de entrenamientos del Depor y, a la vista del que se haya tomado la molestia de acercarse, mantiene una larga charla con sus jugadores. La del pasado lunes se prolongó 45 minutos, y tras ella, los futbolistas se reunieron aparte durante un cuarto de hora más. Los objetivos de los fotógrafos captaron de lejos algunas imágenes que parecían sugerir una cierta tensión. El sevillano Diego Tristán no lo negó ayer, aunque lo despachó como "cosas del vestuario". Según Caparrós, se trata sólo de que sus jugadores están "comprometidos, ansiosos y enrabietados".
El Depor no ha vuelto a ganar un partido desde la segunda jornada de Liga, y la plantilla no oculta sus penurias. Al comentarle los periodistas a Molina el modo en que la Real Sociedad le marcó dos goles el pasado domingo, el portero se excusó: "No tenemos gente que vaya bien por arriba". Scaloni, que está molesto porque juega poco y que en la charla del lunes arengó a la plantilla desde el pedestal de su capitanía, sostuvo que el equipo no había "dado el 100%". Otro argentino, Coloccini, tampoco parece muy feliz. La víspera del partido contra la Real no quiso contestar a la pregunta de si se siente valorado por el entrenador. Tras el choque contra el Barça, ya se había quejado en el diario As: "Antes a estos rivales les jugábamos de tú a tú".
Caparrós llegó a A Coruña con su libreto clásico, esa melodía aguerrida, ruidosa y sobresaltada que fue su himno en el Sevilla. Sonó bastante bien en el verano -perdió la Intertoto por una mala noche en Marsella- y despertó grandes esperanzas tras arrancar la Liga con dos triunfos consecutivos. Desde entonces no ha vuelto a ganar, y el Depor oscila entre el recuerdo del fútbol sosegado de los últimos años y la confrontación sudorosa que propone Caparrós. El técnico desmiente que las dudas asalten a la plantilla y asegura que el compromiso de sus jugadores es ilimitado. Pero Tristán profundizó ayer en el debate: "No estamos teniendo mucho contacto con el balón y hay que recuperar esa forma de juego. La posesión de la pelota es lo más importante en el fútbol".
Con casi toda la campaña por delante, quien no tiene dudas con Caparrós es el presidente, Augusto César Lendoiro. Como prueba de confianza, le ha ofrecido ya la renovación de su contrato por un año más.
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