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Sondeos por "sorpresa"

Los resultados de la encuesta realizada por el Instituto Opina para EL PAÍS, publicados con motivo del 9 d'Octubre son ya una cita clásica para formular análisis y diagnósticos políticos durante los últimos años. Su foto fija indica varias tendencias: una mayoría absoluta del PP, apuntando al incremento de escaños, una crisis profunda de iniciativa y de liderazgo en el PSPV y un limitado espacio parlamentario para EU. Tanto el Bloc como UV quedan fuera del Palau de Benicarló.

Superado el ecuador de la legislatura, el PP, con una gran parte del programa electoral cumplido o a punto de conclusión, aventaja en 11,4 puntos al PSPV-PSOE y en 31,4 a EU-L'Entesa. Estos dos partidos de la oposición ven cómo el cuerpo electoral castiga su modelo de actuación, y en el caso del EU-L'Entesa quedan al borde del abismo o diluidos en un pacto de minorías y reciprocas desconfianzas.

Si trasladamos tales resultados a la aritmética parlamentaria, en un escenario como el actual de los 89 escaños de las Cortes Valencianas, el PP conseguiría 48, con tendencia a 49, el PSPV-PSOE, 37, con posibilidades de bajar a 36, y EU-L'Entesa 4. En un escenario más real, una vez aprobado el nuevo Estatuto de Autonomía, los 99 asientos del hemiciclo se repartirían del siguiente modo: 53 para el PP, 41 para el PSPV-PSOE y 5 para EU-L'Entesa.

La evidencia de los datos, sin embargo, no debe impedirnos que pongamos especial atención en algunas circunstancias de gran interés para el análisis político de la actual legislatura. Ante todo, queda la impresión gráfica de que las intenciones de voto, después de haber consumido más de veintiocho meses, muestran unas perfectas líneas paralelas, que, recordemos las antiguas y actuales matemáticas, son aquéllas que solo se cruzan en el infinito. Lo que demuestra que las posibilidades del secretario general de los socialistas valencianos para llegar al Palau de la Generalitat dan un resultado igual a cero.

Por su parte, el presidente Camps y el gobierno obtienen una valoración de 6,1 y 5,99 puntos respectivamente, y lo que es más significativo el votante del PSOE aprueba con un 5,16 la gestión del gobierno Camps. Siguiendo esta misma tendencia de afianzamiento, hay un alto índice de convergencia entre la creencia y el deseo de quién será el presidente de la Generalitat: un 53% cree que repetirá Francisco Camps y un 38% así lo quiere. Enfrente, sólo un 8,7% cree que será Pla, aunque entre sus votantes del 2004 un 12,6 preferiría que fuera Francisco Camps.

Esta situación, nueva, implica el cierre del proceso de cambio de liderazgo en el PP y el refuerzo de un líder, Francisco Camps, que ha sabido tejer alianzas y apoyos más allá de su espectro ideológico gobernando para todos los valencianos. El proyecto de modernización autonómica y la defensa de un proyecto valenciano dentro de la España plural ha sido decisivo para que un 20% de los valencianos haya incrementado la confianza que ya tenían depositada en el presidente del Consell.

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Aventados ya los posibles resultados autonómicos con una supremacía evidente del PP en la Comunidad Valenciana, en clave nacional el PSOE vuelve a salir derrotado. Desde 1995, los socialistas valencianos han visto cómo perdían una tras otra todas las citas electorales, hasta el punto que el ministro Jordi Sevilla, que en repetidas ocasiones ha estado en la antecámara para sustituir a Pla, queda por debajo del líder del Bloc Nacionalista Valencià, una formación que ha pasado del 1,5 al 0,9 de apoyo en unas elecciones generales (o del 4,8 al 3,2, en las autonómicas).

Las causas de la incapacidad del efecto ZP -¿quién se acuerda del talante?- en la Comunidad Valenciana nos las muestra ese 74,8% de valencianos que considera que el triunfo de los socialistas en Madrid ha sido perjudicial para nuestra Comunidad, o en ese otro 53,9% que valora como mala la gestión del gobierno Zapatero y un 33,1 que la consideran muy mala.

Aún cuando la llegada al poder de los socialistas en el gobierno de la nación, supuso un periodo de cohabitación nunca antes ensayado en esta Comunidad, el presidente Camps ha sabido mantener una actitud firme y responsable en la gestión de los intereses valencianos, desarrollando una política de progreso en ámbitos políticos (agua, territorio, señas de identidad...) que han sido abandonados por el gobierno central y ante los que el secretario general de los socialistas ha mantenido un silencio cómplice que le han condenado al ostracismo, o lo que es peor, brindando con cava con el señor Maragall por la derogación del trasvase del agua del Ebro o, más recientemente, exultante junto a la señora Narbona cuando sentenciaba el trasvase Xúquer-Vinalopó bajo la imposición de ERC.

La capacidad de liderazgo de Pla se desmorona día a día. Ante los hachazos que lanza el gobierno Zapatero a esta Comunidad y que son mal o muy mal recibidos por los valencianos, y cuando las propuestas de encuentro lanzadas por el presidente Camps se han topado con los decretazos del gobierno central y con una obtusa y aviesa negatividad a alcanzar pactos de futuro, el secretario general de los socialistas se parapeta tras ese silencio vergonzante más cercano de la incapacidad política que de la estrategia. Un silencio que empieza a ser fuertemente contestado como en el caso de la ciudad de Valencia, donde el candidato socialista ha cuestionado el liderazgo de Pla, o en Alicante, donde los cuchillos sacan brillo conjeturando nuevas candidaturas o allí donde un 91,3 no creen que pueda ser el próximo presidente de la Generalitat.

Según esta radiografía electoral de la Comunidad Valenciana, el Presidente Camps puede afrontar nuevos retos desde la fortaleza de un liderazgo in crescendo, mientras que Pla está muy próximo a la cláusula de cierre de su intento de liderazgo interno: ese 8,7 que aún le profesa fidelidad lo coloca al borde de la desaparición política, sin opción a una tercera derrota consecutiva.

La Comunidad Valenciana ocupa, hoy, una posición de centralidad en la definición del presente de España, y representa el modelo de autogobierno que quieren la mayoría de los españoles. La defensa leal de los intereses valencianos, signo distintivo de la Presidencia de Francisco Camps, ha cristalizado en un entendimiento responsable de los conceptos constitucionales de autogobierno y solidaridad. Éste es, precisamente, el dramático dilema en el que se encuentra inmerso Pla: contribuir con lealtad a la consolidación de una vía de autogobierno que entre todos hemos contribuido a moldear, o intentar obtener rédito político del enfrentamiento permanente mientras se precipita irremediablemente al vacío.

No creo que tengamos que esperar hasta el próximo 9 d'Octubre para saber la respuesta.

Rafael Blasco es consejero de Territorio y Vivienda.

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