Un Calderón atípico muestra la relación entre cristianos y moriscos

Calderón de la Barca escribió El Tuzaní de la Alpujarra en 1633, aunque un editor cambió el título y desde el siglo XVIII se conoce como Amar después de la muerte. La obra, un drama de venganza y amor, pone de relieve la relación entre cristianos y moriscos y el fracaso de la convivencia entre estas dos comunidades. El texto, casi desconocido en los escenarios, es rescatado ahora por la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), que lo estrena hoy en el teatro Pavón de Madrid. Su director, Eduardo Vasco, ha realizado la puesta en escena sobre una versión de Yolanda Pallín. "La obra no ha necesitado ser trasladada a otra época y apenas se han tenido que aclarar términos", afirma la dramaturga.

Calderón escribió esta obra en plena madurez, cuando empezaba a paladear el éxito y en la misma época que otros dramas fundamentales suyos como La vida es sueño. Sin embargo, se trata de un Calderón atípico: "Rescata de la tradición literaria la figura del moro sentimental y noble", señala Vasco, para quien el morisco se presenta en la obra como un ser que no pertenece a ninguna parte, hijo de una cultura a la que ya no puede acceder e inmerso en otra que no le acepta como es. "Su única salida para vivir dignamente es la rebelión".

Vasco opina que en esta pieza el autor se muestra como un entusiasta de la libertad y la ciencia y profundamente crítico con el poder. El espectáculo cuenta con un plantel de 16 actores, entre los que se encuentran Joaquín Notario, Pepa Pedroche y Jordi Dauder. El vestuario, de Rosa García Andújar, se corresponde perfectamente con la época. La escenografía ha sido realizada por el pintor y académico José Hernández.

Con este estreno, la CNTC logra dos de los objetivos que Vasco se propuso al ser nombrado director el pasado año. Por un lado, rescatar obras con una temática vigente para el público del siglo XXI y, por otro, tener tres elencos representando obras. La compañía representa también El castigo sin venganza, de Lope de Vega, en Barcelona, y El viaje del Parnaso, de Cervantes, en Cádiz.