Médicos internautas para Pakistán
Especialistas madrileños asisten a través de la Red a víctimas del seísmo
Un ordenador portátil, un acceso a Internet de apenas 65 kilobytes de velocidad y el programa Messenger bastan para que médicos del servicio de Emergencias del Ayuntamiento de Madrid, Samur-Protección Civil, se comuniquen en directo a diario con el equipo desplazado a la ciudad de Arja, al sur de la Cachemira paquistaní, una de las zonas afectadas por el terremoto que ha devastado el oeste de Asia.
Desde el pasado lunes, ambos grupos intercambian experiencias y, cuando los medios técnicos lo permiten, operan en directo. El primer día, los sanitarios amputaron los dedos de una mano a una niña ante los ojos de sus compañeros de Madrid, que seguían el proceso en una gran pantalla en la sede del Samur en la capital y se comunicaban con un micrófono.
Desde que hace menos de una semana instalaron el puesto, han atendido a más de 800 pacientes
Ayer permitieron asistir a la sesión a periodistas, pero las actuaciones médicas fueron menos duras, aunque más representativas del trabajo que más hacen cada día: curar lesiones y fracturas derivadas del terremoto. "Patología traumática", en el argot médico.
"¿Seguís con la misma afluencia de pacientes?", preguntó al iniciar la conexión el jefe del servicio, Ervigio Corral. Tras unos segundos, le contestó el responsable del operativo, Fernando Prados, que viajó a Pakistán junto a otras 10 personas, entre médicos, enfermeros y técnicos: "Sí, estamos saturados". Desde que hace menos de una semana instalaron el puesto médico, han atendido a más de 800 pacientes. El mismo equipo viajó a Banda Aceh, en Indonesia, tras el paso del maremoto, y contabilizó 650 personas en 20 días.
Muchos de los enfermos llegan andando durante días, pues el hospital más cercano es el de Islamabad, a 200 kilómetros y 19 horas en coche. Después, y aunque les prescriban reposo, toman sus bastones hechos con ramas y regresan de nuevo a pie.
Como una niña de unos seis años, a la que su padre llevó hasta el centro y cuyo tratamiento pudo seguirse, relatado por la doctora Rosa Sanz de Barros. La cría aparecía en la imagen en pantalla sobre una camilla y con un vendaje muy precario en un muslo, hecho con cartones atados con jirones de una camisa. En el terremoto le cayó la casa encima y se fracturó una pierna.
La médica explicó a sus colegas que, en general, se ven obligados a administrar más dosis de las habituales de analgésicos y sedantes: "Les sedamos y les cogemos una vía. Son pacientes que de por sí están desnutridos, y hemos llegado al acuerdo de que, si les ponemos líquido, se van en un estado mejor a casa".
La niña tenía desnutrición crónica, estaba deshidratada y había aguantado seis días de dolor. "Como todos los niños que vemos", aclaró la doctora. Para tratar a la pequeña estaban en la sala cuatro médicos. "Somos más personas, porque tiene que usarse más fuerza de la habitual para poner el hueso en el punto, porque tiene un callo considerable", precisó Sanz.
Además, las condiciones del equipo son precarias. Aunque han llevado su propio equipamiento operativo y sanitario, que les permitirá ser autónomos durante 10 o 12 días, no cuentan, por ejemplo, con muchos instrumentos, ni con agua caliente, lo que impide hacer las escayolas de la manera adecuada.
Otro de los escollos es el idioma. Aunque hay dos traductores paquistaníes que trabajan con el equipo, suelen estar desbordados. "Es difícil explicarles a los pacientes que deben tomar la medicación con cada comida", relató la doctora. "Y más porque es Ramadán y sólo comen una vez al día".
Mientras dura la conexión, los sanitarios atienden a pacientes sin descanso. Fuera les espera una fila "tan larga como la de los conciertos de Las Ventas".
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