El Irak dibujado por Lawrence
Una exposición en Londres refleja la raíz colonial del actual conflicto
"Decimos que estamos en Mesopotamia para desarrollarla por el bien del mundo. Todos los expertos dicen que el suministro de mano de obra es el factor clave de ese desarrollo. Pero, ¿en qué va a favorecer a la producción de trigo, de algodón y de aceite la matanza este verano de decenas de miles de campesinos y gentes de las ciudades?". No son las palabras de un activista contrario a la guerra de Irak, sino la cita de un furibundo artículo firmado por T. E. Lawrence, más conocido ya entonces como Lawrence de Arabia, en el Sunday Times de Londres el 22 de agosto de 1922.
Ese recorte forma parte de una estimulante exposición sobre su vida y su leyenda inaugurada esta semana en el Museo de la Guerra Imperial, en Londres, que traza insospechados paralelismos entre la Mesopotamia de los primeros decenios del siglo XX y el Irak del siglo XXI. La muestra, Lawrence: la vida, la leyenda, estará abierta hasta el 17 de abril de 2006.
Trazó el mapa para convencer al Gobierno británico del error del reparto de territorios con los franceses
Quizás la pieza más llamativa sea el mapa que Lawrence dibujó en su mente, durante casi 20 años de azares en Oriente Próximo, y que acabó trazando sobre el papel para convencer al Gobierno británico de que el reparto de territorios e influencias acordado con los franceses durante la I Guerra Mundial era un error.
Lawrence sugería una división más bien étnica, en la que kurdos, árabes de Mesopotamia y armenios de Siria vivirían en mundos separados.
El actual Irak estaría dividido en dos Estados, con los kurdos al norte y los árabes al sur. Lawrence creía que suníes y chiíes podían vivir juntos bajo la égida del rey Faisal.
"Faisal, como otros cherifs, es nominalmente un suní, pero en la práctica favorece a los chiíes", escribe en un memorando para el Gobierno británico.
"Son descendientes de Mahoma y su hija [reverenciados por los suníes] y de Alí y Hassan [reverenciados o casi adorados por los chiíes]. Cuando se les pregunta si son chiíes o suníes dicen que ellos vienen de orígenes anteriores a la triste división", explica Lawrence en un documento manuscrito que los Archivos Nacionales han cedido para la exposición.
La muestra recorre desde la humilde infancia de Lawrence en el corazón de la campaña inglesa hasta su muerte en accidente de moto.
En medio, una vida corta, apasionada, controvertida. Es una muestra casi fetichista en la que el visitante puede admirar las ropas de seda que le regaló Faisal y que él vestía en el desierto. O el rifle británico Lee Enfield, que también le regaló Faisal y que los árabes habían capturado a los turcos el 4 de diciembre en la batalla de Gallipoli.
Al final del recorrido, casi como castigada en un rincón, aparece la majestuosa Brough Superior SS-100, la moto con la que Lawrence se estrelló el 13 de mayo de 1935, al intentar evitar a dos chavales en bicicleta que se cruzaron en su camino cuando regresaba a casa, la asceta casita de campo de Clouds Hill, en Dorset. Lawrence murió seis días después. Winston Churchill asistió a sus funerales.
La exposición pone más acento en la leyenda que en la vida de Lawrence, pero el visitante tiene la oportunidad de bucear entre líneas, de hacerse su propia idea sobre la compleja personalidad de un hombre legendario, adorado por los periódicos de su época y que lo dejó todo para alistarse como anónimo soldado raso en la RAF, las Fuerzas Aéreas británicas.
Un hombre que dormía en el suelo de su casa en un jergón pero tenía siempre las motos más modernas, con las que recorría 750 kilómetros a 150 por hora para visitar a los amigos. Que se codeaba con reyes y primeros ministros pero dedicó la obra de su vida, Los siete pilares de la sabiduría, al joven Dahum, el sirviente al que parecía unirle algo más que la amistad.
El hombre que un día escribió: "No intentéis hacer más de la cuenta. Más vale que los árabes lo hagan regular que vosotros a la perfección. Es su guerra y vosotros estáis para ayudarles, no para ganar por ellos".
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