_
_
_
_
MOTOCICLISMO Pedrosa conquista en el Gran Premio de Australia su segunda corona de 250cc
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Pluma o manillar

Mucho se ha comparado al nuevo campeón de 250cc, Dani Pedrosa, con Valentino Rossi, que también reeditó su título de MotoGP. Es cierto que entre ambos existen no pocas concomitancias, además de una sincera admiración mutua, y sus trayectorias deportivas presentan cierto paralelismo. Rossi se ha singularizado por conseguir la corona en su segundo año en cada categoría, una constante que ha repetido hasta instalarse como rey en MotoGP. Pedrosa tardó algo más: pasó dos temporadas en 125cc desde que se estrenó en 2000 y fue campeón a la tercera. Pero en el cuarto de litro lo logró el mismo año de su debut (2004), convirtiéndose en el campeón más joven de la historia -despojando a Rossi de tal honor- y en el más precoz de los españoles, al tiempo que repetía algo que sólo había logrado otro italiano, Carlo Ubbiali, en 1960: conseguir el título de 125cc un año y el de 250cc al siguiente.

Más información
Un final de campeón
Tres años de admiración, uno de competencia

Curiosamente, sus personalidades difieren tanto como sus respectivas formas de pilotaje. Rossi ha ido creciendo en el motociclismo apoyado al principio por su padre, Graziano, y luego por una cohorte de amigos, mánagers y corifeos hasta crear su propio personaje: ese tipo divertido, genial, exuberante, que ejerce una presión psicológica insportable sobre sus rivales y oculta con habilidad su lado oscuro, que lo tiene.

Tras los éxitos de Pedrosa está Alberto Puig, el hombre que dirige sus pasos. Brillante piloto de 250cc y 500cc hasta que un gravísmo accidente en Le Mans le dejó fuera de las carreras, Puig ha criado deportivamente a Dani desde que lo descubrió en la Copa Movistar Activa y, contra algunas opiniones, apostó por él en el Mundial. De la relación entre mámager y pupilo nace una confianza mutua. Junto con la experiencia que el primero transmite al segundo viene también algo de su carácter y hasta de sus tics.

Pedrosa no ha necesitado hasta ahora enemigos fuera de la pista. Su rivalidad, primero con Toni Elías y luego con Jorge Lorenzo, siempre ha quedado tamizada porque el piloto de Castellar, habitualmente parco en palabras, se expresa con resultados contundentes sobre el asfalto -recordemos la falsa polémica del peso de 2004. Los piques de esta temporada con Lorenzo, otro piloto con madera de campeón, se desbarataban por la torpeza verbal del balear. Y ahora que éste ha empezado a serenarse es el catalán quien hace declaraciones extemporáneas diciendo que hay gente que no quiere que gane o que le tiene manía porque alguien ha escrito que no da la talla, que no aguanta la presión... -ahí la diferencia con Rossi es clara: el italiano no se corta un pelo cuando algo o alguien no le gustan.

Pero estas polémicas radicalizadas no aportan nada porque basculan hacia lo personal y se acaba descubriendo el plumero a sus promotores. Porque, salvo contadas excepciones, de los que escribimos sobre esto, ¿a quién no le gustaría estar al otro lado de la barrera? El que puede, sabe, corre y gana carreras. Los que no, aquí estamos, contándolo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_